domingo, 28 de febrero de 2016

Apuntando hacia nuestra verdadera naturaleza




jueves, 15 de agosto de 2013

El experimento del espejo

Unas cuantas veces he explicado como fue mi despertar gracias al experimento del espejo ideado por Douglas Harding y que viene en el libro de Jan Kersschot, Nadie en Casa. Lo he explicado con multitud de detalles, incluí algunos comentarios nuevos y todavía no sé si lo habéis comprendido y hecho por vuestra parte para así lleguéis también al despertar que no es otra cosa que darse cuenta de que lo que realmente somos es consciencia, una consciencia universal, una en todo y todos, ilimitada y atemporal, como el momento presente. Siempre digo que la consciencia, la presencia consciente que somos también es una con el ahora, o sea, que no son temas diferentes aunque lo parezcan.

Esta vez voy a volver a explicar la experiencia de mi despertar a la consciencia que somos con el dibujo que tenéis arriba y que fue el que me ayudó para tal cometido. Cuando vi los experimentos en el libro me pareció que este del espejo sería el idóneo para ver mi verdadera naturaleza –como así fue- así que me metí en el cuarto de baño con el libro en la mano y el dibujo en cuestión con la intención de no salir hasta “verlo” con mis propios ojos. Algo así como cuando el Buda se sentó al pie del árbol Bodhi para no levantarse hasta haber alcanzado la liberación.

Ya con el libro en la mano y frente al espejo del cuarto de baño comencé a mirar el primer dibujo, el que está más a la izquierda donde está escrito: a: visión en tercera persona (visión desde fuera). ¿Qué significa tal dibujo y tal comentario? Muy sencillo. Que esa es la forma en que te ve alguien aparte de ti y del espejo, como una tercera persona viéndote como te miras a ti mismo en el espejo del cuarto de baño.

Eso me quedó claro. Pasé al siguiente dibujo, b: visión en segunda persona (reflejo en el espejo). La forma de verme reflejado allá fuera, de ver mi rostro, mi cara ahí, -a un metro más o menos-, en el espejo. También era evidente su significado porque allí, en el espejo del baño veía no sólo mi cara sino también parte de mi cuerpo junto con el libro que tenía en mis manos.

Ahora entraba de lleno en el meollo de la cuestión con el tercer dibujo, el que se encontraba a la derecha de todos, c: visión en Primera Persona (Rostro original). Aquí estaba el último peldaño para descubrir mi verdadera naturaleza y tenía que ver con ese dibujo que ahora podéis ver conmigo: un círculo hecho con líneas discontinuas como las que podemos ver en carretera y por ello nos permiten adelantar a otro vehículo.

Bueno, a ver, recapitulemos, a: visión en tercera persona (visión desde fuera), o sea, como si me viera otra persona desde unos metros aparte, b: visión en segunda persona (reflejo en el espejo), como me veo allá afuera, en el reflejo del espejo del baño. Hasta aquí todo correcto, c: visión en Primera Persona (Rostro original), ¿y? ¿Qué es lo que tengo que ver? ¿Un círculo con líneas discontinuas? Eso lo veo en el dibujo del libro pero no en el espejo. ¿Qué es lo que tengo que ver? ¿Un fondo blanco? Si lo que veo es parte de mi cuerpo en el espejo. Y así una y otra vez vuelta a empezar desde el primer dibujo, desde la visión en tercera persona. Y no quería darme por vencido, tan fácilmente.

Después de intentarlo unas cuantas veces más, me enfoqué en el tercer dibujo, la visión en Primera Persona porque los otros dos ya los tenía claros y la solución estaba en ese tercer dibujo y, a base de intentarlo e intentarlo caí en la cuenta de que no es que tenga que ver algo sino que es desde donde estoy viendo, desde donde estoy mirando: la consciencia clara, vacía y desnuda de todo por lo que todo puede aparecer. El circulo con líneas discontinuas es la consciencia ilimitada que todos somos –y siempre hemos sido- y en ese momento lo vi claro, vi que esto siempre había sido así, siempre habíamos estado iluminados –siempre hay consciencia- y no hay nada ni nadie separado de esa consciencia una en todo y todos, o sea, una consciencia universal.

Os aliento a que imprimáis este texto que, junto al dibujo que he incluido os acerquéis a un espejo del baño, del salón, o un pequeño espejo de mano también vale y hagáis las prueba por vosotros mismos y veáis que sois consciencia y cuando lo hayáis visto os daréis cuenta de que todo está incluido en esa consciencia y que todos tienen esa misma consciencia por lo que es universal, divina, ilimitada, inmortal, atemporal y que no depende de nuestro cerebro ni de nuestro cuerpo sino que el cerebro ,el cuerpo y todos los cuerpos, y todas las cosas, pensamientos, sensaciones, percepciones, emociones, aparecen en ella. La consciencia es el espacio consciente pero vacío para todo lo que se presenta en ella y no excluye ni se identifica con nada de lo que surge en su seno.

Haced el experimento y luego comentarnos que tal os ha ido, si tenéis dudas, si os cuesta verlo, si tal o cual cuestión que queráis compartir con todos los demás.

Gracias.


Luis Granados

lunes, 5 de agosto de 2013

Douglas Harding, un sabio de Occidente 8

¿Cómo franquear esta barrera? Con el sésamo del sí, la aceptación incondicional de lo que es, aquí y ahora. En su Antología de la no dualidad, Véronique Loiseleur ha mostrado hasta que punto este sí, aun siendo bastante mal conocido, reside en el núcleo mismo de toda espiritualidad. “Swamiji no ha conocido ninguna otra sadhana –práctica- que ser uno con”, comentó un día Prajnanpad, de hecho, constató que todos mis interlocutores en el marco del presente libro –Los nuevos sabios de Occidente- han insistido, de una manera u otra, en esta adhesión a lo real. Probablemente este elemento central sea habitualmente pasado por alto dada su sencillez intrínseca. Aspiramos tanto a lo sublime y a lo trascendente que obviamos distraídamente esta evidencia poco excitante para nuestra mente siempre hambrienta de sensaciones fuertes: ¿qué es lo real, la voluntad de Dios, el aquí y ahora, sino precisamente lo que vivimos en este preciso momento, aunque sean mediocres vicisitudes? ¿Y qué es lo irreal sino nuestro rechazo y nuestra convicción de que debería ser de otra manera? “No lo que debería ser sino lo que es”, repetía Prajnanpad. Para Douglas Harding “la apertura es nuestra entrega incondicional y siempre renovada a la voluntad de Dios tal y como se encuentra perfectamente revelada en las circunstancias de nuestra existencia. Nos entregamos a la voluntad de Dios tal y como se presenta claramente en nosotros y a nuestro alrededor, bajo la forma de todo lo que ocurre en este preciso momento. En cuanto Su voluntad se convierte en nuestra voluntad, percibimos Su mundo tal como es, y en cuanto percibimos Su mundo tal como es, nuestra voluntad se convierte en Su voluntad y acogemos de todo corazón todo lo que éste nos ofrece. Resumiendo, nuestra visión y nuestra voluntad se funden, no de una vez por todas, por supuesto, sino instante tras instante mientras dura nuestra vida”.

En su Antología, Véronique Loiseleur hacía una clara distinción entre la aceptación o adhesión y la resignación, actitud pasiva que no implica un sí del ser sino una capitulación vagamente amarga frente a la realidad que reconocemos más fuerte que nuestros deseos pero de la que seguimos opinando que debería ser otra. En cuanto a Douglas, también él insiste en la naturaleza positiva de este sí:

“Cuando se nos concede la gracia de decir ¡SÍ! a las circunstancias en las cuales nos encontramos, de consentir activamente en lugar de resignarnos pasivamente a todo lo que ocurre, entonces surge esta alegría real y duradera que la tradición oriental llama ananda”.

Todo muy tradicional, a fin de cuentas, en este camino sin cabeza del que D. E. Harding pretende ser el chantre. La originalidad está íntimamente relacionada con el que, por sí mismo, ha vuelto a encontrar la esencia de todos los caminos y ahora trata de transmitirla a partir de su propia experiencia, en la línea que es la suya, sin imitación alguna.


Gilles Farcet

jueves, 1 de agosto de 2013

Douglas Harding, un sabio de Occidente 7



Una práctica asidua de esta meditación lleva a lo que Douglas considera el estadio último del camino sin cabeza y que llama “the breakthrough”, la brecha. Alineado, una vez más, con todas las tradiciones, habla de esta apertura en términos de extinción, de muerte, de destrucción. Palabras contundentes para designar una experiencia radical… “No se trata de hacer sino de deshacer. Es un abandono, una renuncia a la falsa creencia según la cual habría alguien a abandonar”.

Más adelante, el autor evoca “el salto cuántico de la ficción del egocentrismo al hecho del cerocentrismo”. Y volvemos a encontrar aquí el discurso de los místicos que no se cansan de celebrar su propio aniquilamiento… Pero para alcanzar esta apertura hace falta atravesar una barrera, la cual, según Harding, “no es otra que el esfuerzo culminante de autodefensa realizada por nuestra voluntad propia o ego, su resistencia formidable pero desesperada frente a los incesantes ataques de los hechos en su carácter inevitable”.


Gilles Farcet

lunes, 25 de julio de 2011

Douglas Harding, un sabio de Occidente 6


Aquí, como en todo, nada de atajos. Nada de iluminación en una semana ni de apertura de chacras con un curso de verano. Hay que pagar el precio, un precio que ninguna tarjeta de crédito podrá alcanzar y que se cifra inicialmente en instantes de puesta en práctica. Lo que propone Harding consiste en realidad en una forma de meditación activa. Se trata de ejercitarse a vivir sin cabeza, hasta que, “hagamos lo que hagamos, quede claro que no hay nadie haciéndolo”. Tenemos que alcanzar este punto en que nuestra existencia se desarrolla simultáneamente en dos niveles: el plano del que el autor de vivir sin cabeza llama “the little one” –“el pequeño”-, es decir, el ego, la personalidad, la cabeza firmemente atornillada que percibe el universo a partir de sus estrechas órbitas, y el plano del “Big one” –el Grande-: la inmensidad del vacío, la dichosa ausencia que, paradójicamente, nos restituye a nosotros mismos, a nuestra presencia más íntima. A Douglas le gusta repetir “El “pequeño” está lleno de problemas; el Grande no tiene problemas”. Nuestra atención se asemeja entonces a una flecha con dos puntas, “simultáneamente dirigida hacia el vacío y hacia lo que lo llena”.

Como lo hace observar Douglas: “Se trata de una meditación que no nos expone a ver divididas nuestras jornadas en dos partes incompatibles: un tiempo de retiro, de recogimiento tranquilo, y un tiempo de inmersión y de olvido de sí mismo en el torbellino del mundo. Por el contrario, el día entero termina estando impregnado por una misma cualidad, un sentimiento estable. Sea lo que sea lo que tengamos que hacer, soportar o padecer, somos libres de sacarle inmediatamente partido. En efecto, nos brinda la oportunidad ideal de ver quién está implicado –o, para ser más concreto, absolutamente implicado al mismo tiempo que absolutamente no implicado-“.

Gilles Farcet

lunes, 18 de julio de 2011

Mi punto de vista



















Desde mi humilde punto de vista, el método del Sr. Harding es el más fácil y sencillo para que "veamos" nuestra verdadera naturaleza real, en otras palabras, para la Iluminación, para la Liberación de la que apuntan todas las enseñanzas genuinas de este mundo. Despues de "verlo" uno se percata de que "eso" siempre ha estado ahí, más próximo que nuestra piel, más cercano que nuestra respiración, por lo que, si realmente estáis interesados en la "Liberación" no está de más que estudiéis la filosofía y los métodos de este gran maestro que fue Douglas Harding.


Luis Granados

Douglas Harding, un sabio de Occidente 5


En primer lugar, según Douglas, “para realmente perder la cabeza, primero tiene que estar bien asentada”. He aquí un punto común a todas las enseñanzas y sin embargo a menudo pasado por alto: uno sólo puede deshacerse de lo que posee. ¿No afirmaba Prajnanpad: “Swamiji necesita egos fuertes”?

Una vez reafirmada la decisión de no quedarse con una experiencia fugaz, conviene por tanto practicar. Douglas nos dice cómo hacerlo en términos que, en suma, son los del Vedanta clásico: “El método –explica- es muy simple, y permanece igual hasta el final. Consiste en dejar de olvidar al que mira –o mejor dicho, su ausencia… Trabajamos para no perder el contacto con nuestra ausencia-”.

Pero la extrema sencillez de este método- acordarme de que no tengo cabeza, dejar de oponer a la figura que se confronta con la mía una máscara crispada y dejar el sitio al vacío- no lo hace menos difícil de practicar de una manera continuada. Harding es muy consciente de ello: “Al principio, la práctica esencial requiere un gran esfuerzo de atención. Normalmente, hacen falta años, incluso décadas, para empezar a lograr una visión estable y espontánea”.



Gilles Farcet

domingo, 10 de julio de 2011

Douglas Harding, un sabio de Occidente 4


“La gran mayoría de la gente (…) que ha sido así inducida a mirar hacia dentro, aunque sea brevemente, y a percibir su estado sin cabeza (…) se alegran mucho de no llevar más adelante el experimento. No ven en ello mucho más que una aventura interesante, una mirada inusual sobre las cosas; o también un divertimento, una especie de juego para niños más bien divertido y que no revestiría la menor importancia en la vida diaria. Ni hablar de prolongarlo, repetirlo o estudiarlo… y sobre todo, ni hablar de practicarlo. De modo que esta visión inicial no tiene prácticamente ningún efecto”.

En otro pasaje, Douglas se muestra más explícito en cuanto a la naturaleza del trabajo necesario al buen uso de la “decapitación”:

“En sí, y cuando no da lugar a una práctica constante, a una comprensión profunda y, ante todo, a una rendición de esta voluntad propia que nos mantiene en la percepción de la separación, nuestra experiencia inicial de la vida sin cabeza no da frutos”.

Y henos aquí de nuevo en el centro de lo que constituye la espiritualidad… Douglas no alberga ilusiones en cuanto a los resultados de sus seminarios y en realidad propone un camino. Comprenderé más adelante que, debido a su temperamento y, sin lugar a dudas, a su historia personal, no se siente nada propenso a “reclutar”. Reacio a las instituciones y en particular a las que se pretenden espirituales, apenas menciona la existencia de una red de amigos, practicantes del camino sin cabeza. Pero esto no impide el hecho de que este camino exista y el que se haya tomado la molestia de exponer por escrito sus etapas.


Gilles Farcet

sábado, 9 de julio de 2011

Douglas Harding, un sabio de Occidente 3


Otro ejercicio que Mr Harding dirige con su voz profunda:

“Apunten con el dedo hacia la pared que tienen delante. Vean como es sólida y opaca… Ahora, bajen lentamente el dedo hasta que apunte al suelo. Siguen designando algo, una superficie… Ahora, giren la mano y apunten el dedo hacia sus pies… sus piernas… su tronco… su pecho… Siempre algo, superficies… Finalmente, apunten hacia lo que se encuentra encima de su pecho… hacia su cuello… su rostro… sus ojos. O mejor dicho, hacia ese lugar donde los demás le dicen que encuentran ojos, su rostro…

Ya no apuntan hacia ninguna superficie, ya no designan nada. Observen que esto está desprovisto de rasgos, de color, eso es transparente, sin límite. Mantengan el dedo apuntando, contemplen la vacuidad. Lo vasta y profunda que es esta nada que está allí donde apunta su dedo…

Y vean que, simplemente porque está tan vacía de todo, está disponible para todo. Vean como la llena todo este decorado cambiante y coloreado, las paredes, el techo, las ventanas, estas piernas, este tronco y el dedo que apunta. Vean como esta nada que son, es todo lo que se despliega… ¿Han sido alguna vez otra cosa que esta nada que lo incluye todo?”.

Aquí también, la experiencia resulta concluyente.

“Muy bien, pero, ¿y luego?”, me pregunto mientras prosigue nuestro taller en el Espace Bleu. Porque no basta con ver o entrever mediante “trucos” como los que ha ideado Harding para encontrarse asentado de modo permanente en esta visión. No dudo de que Douglas haya “decapitado” así a miles de personas sin que por ello su existencia se haya visto transformada de un modo duradero y profundo. ¿No es todo esto un poco light?

Una lectura profunda de la nueva edición inglesa de Vivir sin cabeza (On having no head) disipará mis dudas. En efecto, esta edición incluye una larga sección, titulada “Bringing the story up to date: the eight stages of the headless way” (Puesta al día: las ocho etapas de la vía sin cabeza).

Aquí, el autor reconoce que en dicho camino, como en todos los que son dignos de dicho nombre, muchos son los llamados pero pocos los elegidos. Muchos son los llamados, en la medida en que la visión inicial está al alcance de todos; pocos los elegidos, porque raras son las personas dispuestas a hacer de esta visión el inicio de un trabajo de largo alcance.


Gilles Farcet

domingo, 3 de julio de 2011

Douglas Harding, un sabio de Occidente 2


Espace Bleu, primavera de 1990



Sentado en un círculo en torno a este hombre mayor, me parece haberme acercado a una fuente pura. No es que Mr. Harding adopte ninguna pose ni se presente como un maestro: nadie resulta de un trato más sencillo que este digno gentleman que lleva de manera soberbia sus ochenta años. Si uno se limita a su apariencia, Douglas parece muy británico, del tipo viejo excéntrico inglés, impregnado de una originalidad templada por su porte, de una gran nobleza y que deja adivinar un toque de austeridad. Su barba blanca le confiere, a mis ojos al menos, aires de sufí, impresión que se ve refrendada por la profundidad de su mirada impregnada de esta cualidad impersonal que es privativa de los seres próximos a su esencia. Creo sentir que este abuelo alrededor del cual estamos ahora reunidos vive básicamente en su interior, centrado en una realidad íntima que no le resta presencia al mundo y a sus demandas, al contrario. Hoy entre nosotros, está realmente con nosotros, tanto más presente cuanto que su vigilancia brota de una ausencia. Llamémoslo ausencia de cabeza, desaparición del ego, desidentificación, poco importa. Es esta ausencia la que, nunca mejor dicho, me salta a los ojos. Al fin un autor que se parece a su libro: porque lo que tanto me cautiva, esta primera impresión abrumadora y que mis contactos ulteriores con Douglas nunca desmentirán, ¡es que este señor no tiene cabeza! A pesar de la innegable actualidad física de esta venerable figura adornada con una barba blanca, no me encuentro confrontado con otro rostro preocupado por afirmar su individualidad sino a un vacío, el cual puede por otra parte servir de espejo para devolverme, no las características de mi fisonomía sino el rostro que era el mío antes de nacer. Probablemente sea la razón por la cual el subtítulo en inglés de vivir sin cabeza no es otro que Zen and the re-discovery of the obvious (Zen y el re-descubrimiento de lo obvio).

En verdad, y sin pretender resumir aquí el enfoque propuesto por Douglas –más vale leer su libro o participar en uno de sus talleres-, la “decapitación” de la que fue la feliz víctima y que ahora se emplea en infligir a sus semejantes no es nada original. Incluso podemos encontrarla expresada en términos similares a los que utiliza el autor de Vivir sin cabeza. Así, Rumi, el poeta sufí ebrio de Dios, da este consejo: “¡Decapítese… que su cuerpo entero se fusione con la visión! ¡Conviértanse ustedes mismos en visión, visión, visión!”. Si hay algo original, reside en la forma en que Douglas aborda el camino.

Douglas se pasea por el mundo con bolsas de plástico, bolsas que contienen los utensilios necesarios para los ejercicios que nos va a proponer que practiquemos. Dirige su taller con una rara sencillez, pero también con una pasión siempre viva. Tendré más adelante la oportunidad de asistir a varios de sus seminarios: le veré cada vez dirigir los mismos juegos, le oiré decir rigurosamente las mismas cosas, hasta el punto de poder anticipar la frase siguiente; y encontraré invariablemente en él esta misma intensidad, este modo que tiene de implicarse totalmente, de darse en cuerpo y alma en un acto de enseñanza que sin embargo ya ha realizado miles de veces en todos los rincones del planeta. Allí donde meros observadores, incluso participantes superficiales, verían repetición y rutina, para él sólo existe el asombro, en cada instante renovado, del descubrimiento esencial. Como todos los místicos, Douglas es un ser de fuego, hombre de una idea fija, obsesionado por la visión.

Con la ayuda de accesorios de una sencillez pasmosa, Douglas ofrece a cada uno la posibilidad concreta e inmediata de ver. ¿De ver el qué? Sencillamente que no tiene cabeza; en otros términos, que ahí donde percibimos habitualmente una presencia, desgraciadamente bastante pesada, con su bagaje de problemas, heridas psico-afectivas y todo el fárrago de su historia personal, en realidad sólo hay vacío, ausencia; y que este vacío, paradójicamente, está lleno y que constituye la plenitud de nuestra identidad real.

Dos ejemplos deberían ser suficientes para dar una idea de la manera en que procede el sabio sin cabeza.

Mientras sostengo frente a mí, brazo estirado, un pequeño espejo redondo, se me pide que considere este rostro que percibo como un objeto exterior, situado a cierta distancia, y sobre todo que perciba el vacío a partir del cual lo estoy mirando. Si me entrego con conciencia al ejercicio, efectivamente no tardo en encontrarme “decapitado”. Douglas me sugiere luego que vaya acercando lentamente el espejo a mis ojos hasta que, toda distancia abolida, este rostro se desvanezca y estalle como una evidencia la vacuidad a través de la cual absorbo el mundo exterior. Si bien semejante juego puede parecer anodino, permite sin embargo vislumbrar otra dimensión, introducir en nuestros modos habituales de percepción una ruptura reveladora.

Swami Prajnanpad le propuso un día a Arnaud Desjardins: “Trate de sentir: yo no miro el árbol, sino el árbol es mirado”. Todo lo que podríamos llamar la “enseñanza” de Douglas Harding arranca de esta experiencia y termina en ella. La originalidad de este enfoque reside en que coloca esta revelación del “rostro original” al inicio del camino. Douglas siempre insiste en la accesibilidad, el carácter ridículamente evidente de nuestro estado sin cabeza y en la necesidad de que cada uno se remita a su propia experiencia.


Gilles Farcet

Douglas Harding, un sabio de Occidente 1



Un sabio que corta cabezas



Fue en las páginas de las revistas Sources y Troiséme Millénaire cuando descubrí la prosa de un súbdito de su Muy Graciosa Majestad que responde al nombre de Douglas E. Harding. Teñidos de humor británico, que en algo recordaba al del difunto Alan W. Watts, estos textos contemplaban la realidad con una mirada al menos peculiar: la de un hombre que decía no tener cabeza. Su excentricidad dejaba sin embargo traslucir como un sabor, el que había disfrutado al leer a Lee Lozowick o Stephen Jourdain. Emanaba de estas líneas algo parecido a un perfume de realidad. Abierto así el apetito, conseguí Vivir sin cabeza, única obra de ese autor disponible en francés hasta la fecha.

Sin preámbulos, Harding iba directamente al grano. Quizá resulte más sencillo citar aquí in extenso el primer capítulo, que es un modelo de este tipo de relatos y del que Huston Smith, universitario y especialista mundialmente reconocido en religiones, ha podido decir: “No conozco ningún texto de una concisión semejante que sea tan susceptible de operar un cambio de registro en la perspectiva del lector”.


“El mejor día de mi vida —el día de mi renacimiento, por decirlo así— fue cuando encontré que no tenía cabeza. Esto no es un juego literario ni un dicho ingenioso para suscitar el interés a toda costa. Lo digo en serio. Yo no tengo cabeza.

Tenía treinta y tres años cuando hice el descubrimiento. Aunque ciertamente vino de repente, lo hizo en respuesta a una indagación apremiante; durante varios meses había estado absorbido en la pregunta: ¿quién soy yo? El hecho de que me encontrara de marcha en el Himalaya en aquel momento probablemente tuvo poco que ver con ello, aunque se dice que en ese lugar vienen más fácilmente estados de mente inusuales. Sea como fuere, un día muy claro y sereno, y una vista desde el risco donde me hallaba, sobre umbríos valles azules hasta la montaña más alta del mundo, constituían una escena digna de la visión más sublime.

Lo que ocurrió de hecho fue algo absurdamente simple y poco espectacular: por un momento dejé de pensar. La razón y la imaginación y todo el parloteo mental se extinguieron. Por una vez, me faltaron realmente las palabras. Olvidé mi nombre, mi humanidad, mi realidad objetiva, todo lo que podía ser llamado mí mismo o mío. El
pasado y el futuro se esfumaron. Fue como si hubiera nacido en aquel instante, absolutamente nuevo, sin mente, inocente de todos los recuerdos. Existía solo el Ahora, aquel momento presente y lo que se daba claramente en él. Ver era suficiente. Y lo que encontré eran unas perneras caquis que terminaban hacia abajo en un par de zapatos marrones, unas mangas caquis que terminaban a ambos lados en un par de manos rosadas, y una pechera caqui que terminaba hacia arriba en —¡absolutamente nada! Ciertamente no en una cabeza.

No me llevó ningún tiempo notar que esta nada, que este hueco donde debía haber habido una cabeza, no era un vacío ordinario, no era una mera nada. Al contrario, estaba muy ocupada. Era una vasta vacuidad ampliamente llena, una nada que encontraba sitio para todo, para la hierba, los árboles, las distantes colinas umbrías, y allá a lo lejos, por encima de ellas, las cumbres nevadas como una hilera de nubes anguladas cabalgando en el cielo azul. Había perdido una cabeza y ganado un mundo.

Todo aquello, literalmente, cortaba la respiración. Me pareció dejar de respirar enteramente, absorbido en lo Dado. Hela aquí, esta soberbia escena, brillando rutilantemente en el aire claro, sola y sin soporte, misteriosamente suspendida en el vacío, y (y esto era el milagro real, la maravilla y la delicia) completamente libre de «mí», intocada por ningún observador. Su presencia total era mi ausencia total, cuerpo y alma. Más ligero que el aire, más claro que el cristal, enteramente libre de mí mismo, yo no estaba allí en ninguna parte.

Sin embargo, a pesar de la mágica e imprevista cualidad de esta visión, no era ningún sueño, ninguna revelación esotérica. Todo lo contrario: se sentía como un súbito despertar del sueño de la vida ordinaria, y un final al soñar. Era realidad autoluminosa por una vez limpia de toda mente oscurecedora. Era la revelación, por fin, de lo perfectamente evidente. Era un momento lúcido en una historia vital confusa. Era el fin de ignorar algo que (desde la más temprana infancia) yo había estado demasiado ocupado o había sido demasiado listo o había estado demasiado asustado para verlo. Era una atención desnuda, no crítica a lo que desde siempre había sido enteramente evidente —mi completa falta de cara. Brevemente, todo era perfectamente simple y llano y directo, más allá de argumento, pensamiento, y palabras. No surgía ninguna pregunta, ninguna referencia más allá de la experiencia misma, sino solo paz y un sereno gozo, y la sensación de haber soltado un fardo intolerable”.


Sin lugar a dudas, tenía ante los ojos una descripción de lo que los budistas llaman un satori. Quedaba por averiguar si esta experiencia había resultado duradera o transitoria, cómo lo había integrado el autor de estas líneas a su humanidad y si había dado lugar a una forma u otra de enseñanza.

Una mínima investigación me permitió descubrir que Harding, conocido en Francia únicamente por algunos happy few, gozaba de una reputación considerable en su país de origen y en Norteamérica, donde anima cada año seminarios susceptibles de reunir a centenares de participantes. Además de su pequeña biblia de la vida sin cabeza, había escrito bastantes obras y había sido objeto de artículos y espacios televisivos.

El destino de brindó rápidamente la oportunidad de conocerle. El programa del Espace Bleu (librería parisina) anunciaba que Douglas Harding iba a animar próximamente un seminario de dos días. Aproveché pues esa oportunidad para acercarme a nuestro hombre y familiarizarme un poco con sus métodos.


Gilles Farcet

lunes, 18 de abril de 2011

El Juego de la Cara. Taller Dominical. 8 de Mayo 2011 por Ernesto Frutos


¿Quién, o qué, soy yo? Cualquiera que se haya cuestionado de esta manera, con cierta sinceridad, habrá caído en la cuenta de la dificultad de darle respuesta a la dichosa prenguntita. Existen cómodas y rápidas respuestas como yo soy Fulano de Tal, nacido en Nosedonde, de padres Menganita y Sutanito, pero ¿es está respuesta sincera y, sobre todo, se conrresponde con la Realidad? ¿ No se ha mirado usted nunca al espejo y ha dejado de reconocerse, aunque sea por un momento, un pequeño impasse de irrealidad que convierte a esa imagen del espejo en un completo extraño? ¿Qué somos realmente? ¿Cuál es nuestra verdadera Naturaleza Original? ¿Qué hay aquí, en ese lugar donde apunta ese dedo, ese lugar desde donde yo miro y hacia donde parecen mirar los otros cuando me miran? ¿Cuál es mi Rostro Original, esa que era mi Cara antes de que mis padres nacieran?


Douglas Harding ofreció una serie de experimentos, sencillos y directos, que apuntan en esa dirección, la dirección de la vuelta al Hogar, a ese Reino de los Cielos que ya está en nosotros, siempre disponible, siempre accesible, inamovible, abierto y afectuoso. Pero no se haga ilusiones, no espere encontrar fuegos artificiales, experiencias místicas megatrascendentales, revelaciones definitvas. Deje a un lado sus expectativas y pruebe, por el simple hecho de expermientar. Juegue este juego de desandar el camino de condicionamientos e identificaciones anquilosantes, sin intención ninguna, sin miedo ni deseos, con la mirada limpia de un niño, y quizás se encuentre de frente con lo que usted es, quizá encuentre una dulce nada, un vacío donde todos los mundos, todos los universos tienen cabida, emergiendo para hundirse de nuevo en la nada. Quizá estos experimentos sólo logren desconcertarle, hacerle reír o enojarse. Lo que resulte de esa experiencia es cosa suya, pero bien merece la pena darle una vuelta a la tortilla, girar 180 grados y mirar desde ese otro ángulo. Bien valen unos minutos de nuestro tiempo cuando está en juego nuestro sempiterno Ser, nuestra eterna Morada.


Ernesto Frutos es Coach Transpersonal, es directo y sencillo como un círculo, y es el facilitador de este Taller Dominical del Juego de la Cara. Las plazas son limitadas y la aportación económica es completamente libre y voluntaria. Espero de todo corazón que venza la resistencia y encuentre usted el Hogar que nunca ha perdido, y donde siempre ha residido.


El Juego de la Cara. Taller dominical.
8 de mayo de 2011.


Lugar: YogaSala
Moreno Monroy 5, 3ª planta (junto a calle Larios), Málaga
Horario: de 10.00 a 14.00 y 16.00 a 18.00


IMPRESCINDIBLE TRAER UN ESPEJO DE MANO


Precio: Donativo Voluntario
Inscripciones:
sindicatodelamor@gmail.com
693 365 363

OM PAZ

Puede encontrar más información en los siguientes enlaces:
http://www.headless.org/old-pages/Spanish/main_sp.html
http://www.ativarnashram.com/ignitus/Douglas-Harding.htm
http://www.youtube.com/user/FacelessFilmsSpanish


Rafael Medina

sábado, 16 de abril de 2011

Taller el 28 de mayo, sábado en Móstoles, Madrid: Descubre tu Verdadera Identidad


Taller Descubre tu Verdadera Identidad, basado en los experimentos de Douglas Harding.

Día: 28 de mayo, sábado.
Lugar: Sala Centro Akhanda
Calle: Antonio Hernández, 2, 2ºB.
Ciudad: Móstoles, Madrid.
Horario: De 10:00h. a 14:00h. y de 16:00h. a 18:30h.
Charla gratuita al comienzo.
Precio por persona: 60 euros.
Imparte: Ernesto Frutos.

Taller el 8 de mayo, domingo: El juego de la cara en Málaga















El día 8 de mayo, domingo, Ernesto Frutos impartirá un taller titulado El juego de la cara basado en la obra y en los experimentos de Douglas Harding.
Lugar: Yoga Sala.
Calle: Moreno Monroy Nº5-3ª planta.
Ciudad: Málaga.
Horario: 10:00h. a 14:00h. y de 16:00h. a 18:00h.
Precio: La voluntad.

Impartido por Ernesto Frutos.

Contacto: sindicatodelamor@gmail.com

miércoles, 2 de marzo de 2011

Taller en Marzo en Málaga sobre los experimentos de Douglas Harding


Taller sobre los experimentos de Douglas Harding en la Libreria Cinco Anillos en la
C/ Mariblanca de Málaga: Lunes 14, 21 y 28 de Marzo de 19:30 a 20:30 pm.
Imparte Ernesto Frutos y es completamente gratuito. Llevar un pequeño espejo de mano.

lunes, 14 de febrero de 2011

Taller 1.32


Ahora podemos bajar la bolsa por última vez, y podemos ver que es verdaderamente así.
Ese amigo suyo le ha dado su cara, y Aquí usted es la Realidad de ese amigo, su historia interior. Ésta es una doble intimidad –no el sentimiento de amor sino el hecho de la intimidad que hace posible el amor y alienta el amor y da una oportunidad al amor–.
Todos nosotros estamos construidos según este modelo fabuloso. Cada uno de nosotros, por muy vehementemente que niegue la verdad, está construido según este modelo fantástico. El mundo real (¿podría llamarlo mundo de Dios?) está basado en el misterio y deleite y belleza del amor auto-dado, justo como yo sentía que era y sabía que era y se me dijo que era cuando era muy pequeño.
Habiendo encontrado esta entrada a Quien yo soy realmente –a saber, ver que mi cara humana pertenecía al espejo y a otras personas, ver que yo estaba construido para amar, no debido a que yo fuera un gentil viejo Douglas, sino debido simplemente a que estaba percibiendo la manera en que yo estaba construido– haber visto esto, ¿era el final de la historia? No. Más bien fue el comienzo de mi verdadera biografía. El ver inicial de su Cara Original es algo que ustedes no pueden hacer mal. Es ver perfecto. Ustedes lo han visto. Pero lo que ustedes hagan con ello es otro asunto. Bien, ¿qué hice yo con ello? ¿Adónde me ha llevado esta visión? Yo comencé a practicarla, lentamente. Por eso es por lo que estuve esperando dieciocho años para compartirla con la gente.

domingo, 13 de febrero de 2011

Taller 1.31


El mundo funciona con confrontación como nuestros coches funcionan con gasolina, y es una mentira. Nunca, ni por un segundo, ustedes han estado cara a cara con nadie en su vida. Siempre ha sido cara a No-cara. Repito: ¿Han confrontado ustedes alguna vez con alguien en toda su vida? ¿No ha sido siempre así: cara ahí, Espacio Aquí?
Ahora entremos en la bolsa por última vez. Esta bolsa es como una batidora o centrifugadora. Usted es el centro de esta máquina. Ella está girando muy deprisa, y todo el material, la crema o la mantequilla se ha ido a la punta de ahí, y la punta de aquí, el centro Aquí, está limpio de todo. En la punta de aquí, usted tiene toda la Consciencia; en la punta de ahí, usted tiene todo eso de lo que ella es consciente. La punta de aquí está libre de forma, de toda esa materia sólida, y la punta de ahí está libre de toda consciencia.
Usted dice: «¡Vamos, Douglas! Mi amigo en la punta de ahí no está desprovisto de consciencia según mi experiencia. ¡Ciertamente esa es una afirmación muy estúpida y atrevida!» Yo digo: Vale, ¿pero dónde encontrará usted la consciencia del que está en la punta de ahí? ¿La encontrará usted mirando a sus ojos, en esas pupilas negras? ¿Encontrará usted dos pequeños duendes de consciencia acechando detrás de esos ojos? No creo. ¿Dónde encontrará usted la consciencia de ese, el que dice «yo soy»? ¿Dónde encontrará usted eso? ¿O es totalmente inaccesible para usted?
Bien, si, mientras sigue mirando al que está en la punta de ahí, usted presta atención a la punta de aquí, notará que el Espacio en la punta de aquí está despierto. Es absolutamente vivo para sí mismo, plenamente consciente, y es consciente de sí mismo como Nada, como sin color, sin características, totalmente vacío y totalmente lleno. El Espacio es consciente de sí mismo en la punta de aquí, pero no tiene ninguna característica personal. No tiene ningunaetiqueta con el nombre de usted en él, y no es más su propiedad que la del que hay en la punta
de ahí. Servirá para ambos. Así pues, estoy sugiriendo, y es solo una sugerencia, que usted podría decirle ahora realmente a su amigo en la punta de ahí: «Muchas gracias. Usted me ha dado su apariencia, y ese es un regalo maravilloso. Ahí yo tengo su apariencia; aquí yo soy su Realidad –debido a que su Realidad es esa misma Consciencia que es mi propia Realidad Aquí–».

sábado, 12 de febrero de 2011

Taller 1.30


Muy bien, volvamos a la bolsa para proseguir nuestra investigación. Estudiemos en detalle lo que tenemos aquí en la bolsa. Mire, por ejemplo, el color de esos ojos, esos labios, esas mejillas, y esa complexión. ¿Cómo podría usted registrar y acoger ese color si usted tuviera algún color? ¿No es usted sin color para acoger ese color?
Ahora mire a toda la complejidad ahí, a las cejas y los ojos y los labios y el resto de ese terreno escabroso en la punta de ahí. ¿No se muestra en la Simplicidad absoluta de la punta de aquí? ¿Hay alguna complejidad en la punta de aquí? Para acoger esa escena en la punta de ahí detalladamente, usted tiene que comenzar en la parte de arriba y seguir explorándolo todo, de acá para allá, bajando metódicamente a los ojos y la nariz y la boca y la barbilla, y cuando usted ha llegado a la barbilla, la parte alta de la cara ha devenido borrosa. Lleva tiempo explorar
eso. Pero usted no necesita ningún tiempo para acoger la punta de aquí, que es absolutamente visible, instantánea y perfectamente, en toda su claridad y su simplicidad.
En la punta de ahí de la bolsa, la cara que usted ve tiene una cierta edad –vieja, joven, o entre medias–. En la punta de aquí de la bolsa está nuestra Cara Original. Es la Cara del Que nosotros somos real, realmente. ¿Hay alguna arruga en ella? ¿Podría alguna vez perecer esta Cara? ¿Podría envejecer? ¿Cuál es la edad del de la punta de aquí? Ciertamente, el Uno en la punta de aquí tiene la Cara Eterna de Quien usted es real, realmente, la Cara Imperecedera de la Realidad detrás del universo. Otra cosa: usted ve cuán limitada es esa cara en la punta de ahí. Tiene un borde alrededor. Pero su Espacio de usted no tiene límites. No tiene ni una sola línea alrededor como tiene la cara en la punta de ahí.
Y finalmente, antes de que salgamos para otro descanso, usted ve cuán sólida y opaca es la cara en la punta de ahí. ¿Pero no es la punta de aquí absolutamente clara, más transparente que el cristal?
En otras palabras, para resumir, ¿no es lo que usted ve en la punta de ahí lo opuesto exacto en todos los aspectos de lo que usted ve en la punta de aquí?
Ahora, sin cambiar de posición, bajamos la bolsa de nuevo y vemos que no necesitamos la bolsa para tener esta visión. ¿No podría ser este un modo de vida totalmente diferente: ser siempre abierto para esa persona, tanto si esa persona es su amigo, como si es su enemigo, su esposo, su esposa, su hijo? Tanto si le gusta como si no, si dice la verdad, usted está completamente abierto para esa persona. ¿No es esta honestidad la base del amor? ¿No está dando su vida por su amigo, no debido a que usted sea una persona buena, sino debido a que usted es una persona sincera y ve que usted ha muerto a lo que es en la punta de aquí de la bolsa y ha sido resucitado como lo que es en la punta de ahí de la bolsa? Esto es una cosa muy bella.
Ciertamente la verdad detrás de este viejo y triste mundo confrontacional nuestro es el amor, exactamente como yo sentía que era y se me había dicho que era cuando era muy pequeño. Nosotros estamos construidos para morir unos por otros, para desaparecer unos en favor de otros. Nosotros estamos construidos para amar.

Taller 1.29


Mientras usted está en la bolsa con su compañero yo haré unas cuantas preguntas. Estas preguntas no son para contestarlas en voz alta. Son para ayudarle a llegar a su propia respuesta. Cuando nosotros entramos en la bolsa con nuestro amigo, es para decir la verdad sobre lo que se da ahora, no lo que pensamos, no lo que sentimos, no lo que recordamos, sino lo que muestra efectivamente a nosotros. La evidencia presente es el criterio. Por favor, ponga su cara en la bolsa.

La primera pregunta es: Según la evidencia presente, ¿cuántas caras se ven en la bolsa?

La segunda pregunta es: ¿Está usted cara a cara ahí, o es cara-en-la-punta-de-ahí a Espacio- en-la-punta-de-aquí?

La tercera es: ¿Ha estado usted alguna vez cara a cara con alguien en toda su vida?

Ahora, sin cambiar de posición, podemos bajar la bolsa. Ahora ya no necesitamos la bolsa para ver que es cara a Espacio y que usted no, no, no está confrontando a esa persona; que incluso sin la ayuda de la bolsa, usted es también Espacio vacío, claro, Capacidad para ese amigo; y que usted no tiene absolutamente nada, ni la más mínima cosa, para impedirle el paso.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Taller 1.28


¡Por lo tanto, hemos importado de Australia, con gran coste y problemas, algunas bolsas de supermercado! Lo que ustedes van a hacer es encontrarse con un amigo en una de esas bolsas. ¿Por qué estamos haciendo esta locura? Estamos haciendo esta locura para ver si es verdadero que nosotros nos confrontamos con la gente simétricamente, cara a cara. A nosotros se nos ha dicho lo que debemos ver en el supermercado. No se nos ha dicho lo que debemos ver en la bolsa del supermercado. En este nuevo contexto no condicionado, es fácil ver lo que nosotros vemos. Entonces pueden entrar la libertad y el amor.
Sin embargo, permítaseme hacer primero algunas advertencias. Cuando entramos en la bolsa de papel con nuestro amigo, no entramos ahí para tener una experiencia mística, para encontrar el séptimo cielo. Ese no es el propósito. ¡Por supuesto, si ocurre, muy bien! Es encantador, pero no es el propósito. Tampoco entramos en la bolsa para enamorarnos de la persona al otro lado, aunque eso no está prohibido en absoluto. Tampoco entramos en la bolsa para mirar fijamente a los ojos de esa persona. Cualquier característica servirá a nuestro propósito –una nariz, una barbilla–. Y tampoco entramos en la bolsa para tener una sensación especial sobre esa persona. Entramos en la bolsa, espero, simplemente para responder a una simple cuestión: ¿Alguna vez hemos estado en situación de confrontación con alguien? No vamos a entrar en el dominio de los sentimientos siempre cambiantes, simplemente vamos a responder a la simple cuestión de si nosotros estamos en situación de confrontación uno con otro ahí, o en cualquier otra parte.

sábado, 5 de febrero de 2011

Taller 1.27


Ahora, ¿qué hay sobre el Amor que yo estaba buscando en el corazón del mundo? La sociedad, por supuesto, funciona sobre el modelo de la confrontación, que es lo opuesto del amor. El lenguaje dice que ustedes y yo estamos cara a cara, que nos confrontamos uno a otro. Se dice que las relaciones personales son relaciones entre A y B, que son simétricas, ¿no es cierto? Ustedes tienen una persona aquí y una persona ahí y algo ocurriendo entre ellos. Ese es el modelo de nuestra disposición social. El modelo nos dice que usted y yo estamos cara a cara.
Ahora vamos a investigar en el siguiente experimento si este modelo de confrontación es verdadero o no. Si no es verdadero, mejor cambiamos nuestro entendimiento sobre las relaciones personales. Podría ser que nuestra sociedad esté en un serio problema debido justamente a que no está diciendo la verdad sobre lo que son realmente las relaciones personales. ¿Son confrontaciones, o son algo completamente diferente?
Sin embargo, es terrible, terriblemente difícil ver lo que vemos. Nosotros vemos lo que se nos dice que veamos, lo que está establecido que veamos, lo que está permitido que veamos, lo que el lenguaje determina que veamos. Estamos condicionados a experimentar lo que la sociedad ha establecido. En el siguiente experimento, la Bolsa de Papel, vamos a asegurarnos de que estamos lo suficientemente descondicionados como para mirar con una mirada nueva y ver lo que pasa realmente. Vamos a mirar a una cosa familiar en un contexto no familiar.

jueves, 27 de enero de 2011

Taller 1.26


Volviendo a mi autobiografía. Yo no me inquietaba demasiado por no compartir mi Cara
Original con mis contemporáneos debido a que la compartía con algunos no contemporáneos a quienes respetaba enormemente. Era muy alentador. Pero desde entonces me las he arreglado para compartirla con unas pocas personas, incluidos ustedes, mis queridos amigos, aquí esta tarde.
En cuanto a los problemas de los que hablaba –los problemas personales del joven Douglas– solo una palabra sobre ellos. Encontré que me ha sido necesario un cierto tiempo antes de perder esta cosa llamada cabeza. A los dos años, el pequeño Douglas había sido Nada-desde-lo-que-mirar-y-acoger-el-mundo. Después creció y devino una cosa-a-la-que-mirar. Ahora, gracias a ver mi verdadera Cara Aquí, devengo nuevamente Nada-desde-lo-que-mirar. Y el problema de la timidez, todo ese terrorífico egocentrismo que le ciega a uno a las gentes y que bloquea la vía del amor, estaba, en principio, resuelto. Pero pasaron unos pocos años, les puedo decir a ustedes, antes de que la Libertad aquí se estableciera y deviniera no una cosa-a-la-que- mirar, sino Nada-desde-lo-que-mirar.

miércoles, 26 de enero de 2011

Taller 1.25


La Cara real, esta Claridad, es la Cara del Uno que nosotros somos real, real, real, realmente. En mis términos, es la Cara de Dios. Es la Cara de Allah, la Cara del Atman-Brahman, la Cara de donde viene el mundo. Y es absolutamente inmaculada, clara, imperecedera. Es impersonal. Ustedes no pueden apropiársela. No tiene ninguna etiqueta. Tung Shan vio esto, y devino el fundador del zen soto, que es la mayor escuela de zen en esta época. Así pues, todos ustedes están equipados para encontrar e incluso fundar alguna cosa increíblemente maravillosa como el zen soto. ¡Enhorabuena!

miércoles, 19 de enero de 2011

Taller 1.24


El muchacho se dijo a sí mismo: «Yo no comprendo. El Buda dice esto. Él no mentiría».
Entonces miró a su maestro y dijo: «Maestro, usted tiene ojos y nariz y boca. Yo tengo ojos y nariz y boca. El Buda no mentiría. Yo no comprendo». El maestro dijo: «Yo no comprendo tampoco. Váyase usted mejor a ver a otro maestro». Así pues, Tung Shan se marchó y buscó maestros. Continuó año tras año buscando a alguien que le explicara el Sutra del Corazón, donde el Buda dice que uno no tiene ojos ni nariz ni boca.
Un día, él estaba caminando por un pequeño puente. El agua en el río estaba clara, y se inclinó para mirar el agua. ¿Qué vio en el agua? Vio dónde tenía sus ojos y su nariz y su boca. Vio dónde tenía su cara humana. Por supuesto, ustedes normalmente no miran su cara en un río. Ustedes la miran en el espejo de pared de su baño, ¿no es cierto? Pero es la misma cosa. Ahora, cuando vayan a casa, ¿querrían hacer algo por mí, por favor? ¿Querrían mirar a la cara en el espejo y ser honestos sobre dónde está y a qué está mirando?
Tung Shan vio que su cara estaba ahí en el agua, y vio lo que el Buda quería decir. Vio su cara humana ahí, y vio su verdadera cara Aquí. Esto es lo que el budismo zen llama la Cara Original. Yo tengo dos caras. Una es mi cara humana, que es mi apariencia. Ella está a un metro de mí, y yo se la doy a ustedes debido a que no me pertenece. Ella es su propiedad. Cuando me la apropio, estoy cometiendo un robo. Lo que nosotros hacemos es tomar nuestra apariencia, que pertenece a los otros, ponerla Aquí sobre nuestros propios hombros, y entonces nos preguntamos por qué tenemos tantos problemas. Así pues, ahí estaba Tung Shan, encontrando su cara humana a un metro de su Cara real, la Cara que tenía antes de que sus padres nacieran.