lunes, 31 de diciembre de 2007

PRÁCTICA COTIDIANA


Podemos ver lo que realmente somos siempre que queramos, sin importar dónde nos hallemos o lo que estemos haciendo. En este mismo instante, mientras lees estas palabras, puedes ver que eres el espacio donde tienen lugar y donde ocurre la totalidad del proceso de lectura. Poco a poco, te vas dando cuenta de que tu verdadera naturaleza crece hasta que se torna tan natural que ya no puedes dejar de estar despierto a su presencia. Por supuesto, es sólo una manera de hablar porque, en realidad, no hay nada que pueda crecer, puesto que despertamos a algo que es inmutable e intemporal, aunque también contiene el continuo cambio del mundo y no está separado de él. Sin embargo, la Visión va simplificándose en la medida en que seguimos progresando. Una vez que estamos familiarizados con nuestro hogar, nos instalamos en él. Hay ciertas actividades que parecen facilitar especialmente la Visión. Obviamente, los experimentos de Douglas Harding señalan directamente al hogar de nuestra verdadera naturaleza y, en ese sentido, podemos ponerlos en práctica regularmente para que nos ayuden a prestar atención a lo que realmente somos y a relajarnos conscientemente en nuestra propia espaciosidad. Señala a tu no-cara y observa. Muévete de un lado a otro y permanece en quietud mientras el mundo se mueve o cobra conciencia de tu ojo único ilimitado. No obstante, también hay muchas otras actividades que facilitan la Visión. Prueba cuáles se adaptan mejor a tus propias necesidades. Cuando pasees, observa quién está paseando: ¡son las flores y los árboles los que se mueven pero no tú! Desaparecen por el ángulo del campo visual en la inmovilidad sin límites. Cuando escuchas música y bailas, tú eres el bailarín invisible del que dimana todo movimiento. Cuando estés tomando café con un amigo cobra conciencia - cara a la no-cara- de que eres el espacio en el que se halla tu amigo y donde ocurre la conversación. Frecuenta a otras personas que también estén practicando la Visión intercambiando y compartiendo con ellas tus experiencias y comprensión. La Visión es muy contagiosa. En cierto modo, tú eres la Visión de y para los demás. Extiende esa atención relajada a todas tus actividades hasta que cada instante se convierta en una oportunidad para la Visión. Cuando estés lavando los platos reposa la atención en el espacio desde el que los brazos descienden hasta el fregadero. Eres el espacio despierto donde tienen cabida el agua caliente, las manos ocupadas,
los platos sucios, el sonido del agua y y los pies apoyados sobre el piso. Si estás atrapado en un embotellamiento de tráfico, relájate
para no sentirte atrapado en él y siente, en cambio, que es el tráfico el que está en ti: el sonido del motor, el contacto de las
ruedas con el asfalto, el parabrisas y el resto de los coches. Tal vez experimentes en ocasiones sentimientos de frustración, pero eres
el espacio silencioso y relajado donde todo eso sucede. Préstales atención. No reprimas la conciencia de lo que realmente eres.
Asimismo, cuando afrontes situaciones de tensión con otras personas, permanece completamente vacío ante ellas y lo que está ocurriendo. Cuando te sientas triste o deprimido, presta atención a esos sentimientos cobrando conciencia de que están sucediendo ahí en el claro espacio de tu conciencia de aquí. Siente la sensación y la ausencia de sensación. Siente la tristeza al mismo tiempo que la liberación-de-la-tristeza. Observa que nuestro verdadero Yo, la no- mente, no se ve afectado en modo alguno por dichos estados mentales. Ésta es una psicoterapia y una curación radical. Al dejar los sentimientos en el lugar donde pertenecen -es decir, ahí afuera- podemos aspirar profundamente el saludable aire fresco de nuestro verdadero hogar. Entonces, dejamos de ser las víctimas -la víctima se desvanece- y pasamos a ser el espacio del mundo. Eso es algo positivo para nuestra propia mente, que se torna muy espaciosa, y en general también para el mundo, que vuelve a estar investido de significado. Es lógico que, en determinados periodos, perdamos la conciencia de nuestra verdadera naturaleza, pero no tenemos que preocuparnos demasiado por eso. La Visión prosigue sin interrupción en un segundo plano. No ha ido a ningún lugar, ni se ha deteriorado. Observa nuevamente y verás que tu verdadera naturaleza sigue presente y tan perfecta como siempre. Hay un ritmo natural de olvido y recuerdo. El olvido también cumple su cometido porque ¿cómo reconoceríamos cuál es nuestro hogar si sólo conociésemos eso? Alejarse de nuestro hogar significa que, cuando volvemos a él, obtenemos una nueva perspectiva. Si no nos hubiésemos alejado, no experimentaríamos el placer del retorno. Sin embargo, es paradójico que nuestro retorno al hogar también suponga la constatación de que nunca hemos salido de él o, dicho de otro modo, que no ha transcurrido tiempo alguno desde que lo abandonamos, porque aquí no existe el tiempo. Una vez que atravesamos el umbral, nos hallamos en el no-tiempo. (De igual modo que la cara de ahí coexiste con la ausencia-de-cara aquí, así también el tiempo de ahí coexiste con el no-tiempo de aquí) Ahora podemos relajarnos en nuestro hogar y permitir que las cosas sean.

No hay comentarios: