viernes, 18 de junio de 2010

Resultados... (continuación) Le prestamos atención espontáneamente


Sólo la No-mente puede relacionarse con la mente, tanto conciente como inconsciente. Otro mito antiguo expresa esta cuestión de manera muy hermosa. Un rey oriental envió a su hijo a Egipto a la búsqueda de la Perla del Conocimiento. Pero cuando llegó allí y comió la comida y vistió la ropa de los egipcios, se olvidó completamente de Quién era y del motivo que le había llevado a Egipto. Al enterarse de la situación, su Padre le envió un ave mensajera para recordárselo y el Príncipe reemprendió la búsqueda de la Perla. Por último, supo que ésta se hallaba en el fondo de un lago, custodiada por una terrible serpiente. De modo que, después de engañar al monstruo, se zambulló en el lago, cogió la Perla y volvió con ella a la casa de su Padre, invistiéndose en el camino de la túnica azul del firmamento estrellado.
Adviértase que el Príncipe no ignora ni se enfrenta a la serpiente (su propia naturaleza inconsciente, demoníaca y animal) sino que utiliza una estratagema. Si luchamos con la serpiente (como ocurre con la disciplina moral directa), siempre estamos a punto de vencerla pero nunca lo conseguimos realmente. Si nos hacemos amigos de la serpiente y parlamentamos con ella (como en las muchas variedades de exploración y análisis psicológico), podemos aficionarnos al diálogo y mantenerlo indefinidamente, sentándonos mientras tanto cómodamente encima de la Perla. Pero si, al igual que nuestro héroe, cuando divisamos la Perla, engañamos a la serpiente hasta alcanzar finalmente nuestro objetivo, entonces, estamos dotados con el perfecto poder seductor capaz de domar dragones. La espada de la disciplina tan sólo le estimula y produce arañazos y, por su parte, las propuestas amistosas sólo sirven para seguir hablando sobre la vida. Sin embargo, el dragón respeta el Talismán del Conocimiento. Por eso, no permite que nadie lo ignore (muy al contrario), ni puede ser convertido de la noche a la mañana en un gatito (de hecho, puede ser muy violento si se percata de que ha perdido su Joya), pero sabe quién es su Dueño y el modo de servirle.
Tomemos cualquier problema psicológico, grande o pequeño, como por ejemplo la irritabilidad, la mezquindad o el miedo a las arañas, a las alturas o la ansiedad que me produce el no amar lo suficiente. La curación de ese problema no consiste en salir fuera de mí mismo, ni en esconderme de él dentro de mí mismo, sino en afrontarlo desde Uno mismo, observarlo desde Aquí., verlo conscientemente desde este Hogar libre de problemas cuyas ventanas permanecen despejadas y abiertas de par en par sobre la escena problemática. Como siempre, la solución reside en mirar en ambas direcciones al unísono, en ver simultáneamente lo que estamos mirando y a Aquel que está mirando, la cara y la no-cara, la cosa y la no-cosa, el problema y el no-problema. Esta terapia funciona porque se adecua a los hechos, porque en realidad nunca podemos abandonar nuestro Hogar, ni desviar la visión de nuestro Hogar ni alejarnos de él.

Douglas Harding

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