sábado, 27 de marzo de 2010

"La meditación..." (continuación) Cura la timidez




























El principio que rige esta meditación es que, si no perdemos de vista al Yo bajo ninguna circunstancia, todos nuestros problemas se resolverán, incluyendo, por extraño que resulte decirlo, el problema de la exagerada conciencia del yo. Porque, encontrar el Yo equivale a perder el yo. Si bien esta meditación cura la timidez, no nos hace perdernos en el mundo de los objetos, sino que nos lleva a descubrir que nosotros somos sus recipientes.

Douglas Harding

domingo, 21 de marzo de 2010

"La meditación..." (continuación) Contagiosa



















Al principio la ayuda de un amigo es prácticamente indispensable. Es raro que la visión inicial ocurra espontáneamente: casi todos se inician en esta meditación con ayuda de alguien que ya la practica, ya que el estado es sumamente contagioso, una transmisión directa de persona a persona. Los libros demuestran ser casi, cuando no completamente, incapaces de llevar a cabo esta transmisión. Su verdadera misión consiste en despertar el deseo de descubrir a Quién está leyendo el libro y confirmar ese descubrimiento una vez que se ha producido. Pero nos toca a cada uno de nosotros decidir (a ese respecto).

Douglas Harding

viernes, 19 de marzo de 2010

"La meditación..." (continuación) No es exclusiva y es autónoma



















No es exclusiva

Esta meditación no excluye ni necesariamente interfiere con ningún otro tipo de meditación que nos parezca provechosa, tal como la práctica de sentarse en zazen. Lo que sí descarta es la meditación que presume que el meditador no está ya en su Hogar.

Autónoma

Ya que esta meditación es completamente ordinaria, secular, simple, obvia y común, y como sencillamente no hay nada que aprender, no necesitamos guía experta, ni manuales de meditación o maestros, ni elegir angustiosamente entre sistemas generalmente conflictivos. Tampoco tenemos que cazar al Maestro infalible, ya que vemos que El se encuentra justo donde ya estamos nosotros. Por otra parte, la compañía de amigos que practican esta meditación resulta a la vez provechosa y agradable.

Douglas Harding

domingo, 14 de marzo de 2010

"La meditación..." (continuación) Natural



















Aunque es abiertamente natural desde el principio, esta meditación va tornándose más natural si cabe y, a la postre, completamente natural. Al principio necesitaremos probablemente pequeños recordatorios para aclarar la visión, tales como contar nuestros ojos ¿(qué ojos?) y situarnos de cara a la "no-cara" con un amigo. Pero, al cabo de un tiempo (no necesariamente medido en años), prescindiremos de esos artificios: la primera persona se convierte entonces en nuestra segunda naturaleza (o en nuestra primera naturaleza recobrada) y lo último que hacemos, en ese caso, es preocuparnos porque no tenemos cara. Es mucho más sencillo, es como descansar en nuestro propio Hogar, en el aire maravillosamente diáfano de nuestro Hogar, sin pensar en ello en absoluto. Así como un hombre no se detiene en el vestíbulo a estudiar la puerta por la que acaba de pasar, sino que prosigue para disfrutar de las comodidades del interior, también nosotros pasamos a disfrutar de la inmensidad que hay en nuestro interior, y las portezuelas que nos conducen a ella son reconocidas como artificios temporales y triviales, como meras artimañas. (Muchos de los recursos de las religiones tradicionales son tan complicados, misteriosos, bellos o impresionantes que distraen nuestra atención del propósito fundamental, de modo que los medios terminan reemplazando a los fines. No obstante, albergamos la esperanza de que, con el curso de los siglos, se conviertan en objetos sagrados a los que atribuyamos un valor por sí mismos.)

Douglas Harding

domingo, 7 de marzo de 2010

"La meditación..." (continuación) Segura




















Esta meditación es segura, no sólo porque no la podemos echar a perder, no sólo porque evita la dependencia de los otros por una parte y el orgullo personal por la otra, sino también porque no es artificiosa. No hay nada de arbitrario o de caprichoso en ella, nada que abuse de nuestra credulidad, nada que pueda salir mal, nada que nos distancie de la gente común, nada en especial. Es segura porque se trata de de descubrir cómo son las cosas y no de manipularlas. ¿Qué podría ser menos peligroso que dejar de engañarnos con respecto a nosotros mismos y más peligroso que continuar haciéndolo?

Douglas Harding