jueves, 27 de enero de 2011

Taller 1.26


Volviendo a mi autobiografía. Yo no me inquietaba demasiado por no compartir mi Cara
Original con mis contemporáneos debido a que la compartía con algunos no contemporáneos a quienes respetaba enormemente. Era muy alentador. Pero desde entonces me las he arreglado para compartirla con unas pocas personas, incluidos ustedes, mis queridos amigos, aquí esta tarde.
En cuanto a los problemas de los que hablaba –los problemas personales del joven Douglas– solo una palabra sobre ellos. Encontré que me ha sido necesario un cierto tiempo antes de perder esta cosa llamada cabeza. A los dos años, el pequeño Douglas había sido Nada-desde-lo-que-mirar-y-acoger-el-mundo. Después creció y devino una cosa-a-la-que-mirar. Ahora, gracias a ver mi verdadera Cara Aquí, devengo nuevamente Nada-desde-lo-que-mirar. Y el problema de la timidez, todo ese terrorífico egocentrismo que le ciega a uno a las gentes y que bloquea la vía del amor, estaba, en principio, resuelto. Pero pasaron unos pocos años, les puedo decir a ustedes, antes de que la Libertad aquí se estableciera y deviniera no una cosa-a-la-que- mirar, sino Nada-desde-lo-que-mirar.

miércoles, 26 de enero de 2011

Taller 1.25


La Cara real, esta Claridad, es la Cara del Uno que nosotros somos real, real, real, realmente. En mis términos, es la Cara de Dios. Es la Cara de Allah, la Cara del Atman-Brahman, la Cara de donde viene el mundo. Y es absolutamente inmaculada, clara, imperecedera. Es impersonal. Ustedes no pueden apropiársela. No tiene ninguna etiqueta. Tung Shan vio esto, y devino el fundador del zen soto, que es la mayor escuela de zen en esta época. Así pues, todos ustedes están equipados para encontrar e incluso fundar alguna cosa increíblemente maravillosa como el zen soto. ¡Enhorabuena!

miércoles, 19 de enero de 2011

Taller 1.24


El muchacho se dijo a sí mismo: «Yo no comprendo. El Buda dice esto. Él no mentiría».
Entonces miró a su maestro y dijo: «Maestro, usted tiene ojos y nariz y boca. Yo tengo ojos y nariz y boca. El Buda no mentiría. Yo no comprendo». El maestro dijo: «Yo no comprendo tampoco. Váyase usted mejor a ver a otro maestro». Así pues, Tung Shan se marchó y buscó maestros. Continuó año tras año buscando a alguien que le explicara el Sutra del Corazón, donde el Buda dice que uno no tiene ojos ni nariz ni boca.
Un día, él estaba caminando por un pequeño puente. El agua en el río estaba clara, y se inclinó para mirar el agua. ¿Qué vio en el agua? Vio dónde tenía sus ojos y su nariz y su boca. Vio dónde tenía su cara humana. Por supuesto, ustedes normalmente no miran su cara en un río. Ustedes la miran en el espejo de pared de su baño, ¿no es cierto? Pero es la misma cosa. Ahora, cuando vayan a casa, ¿querrían hacer algo por mí, por favor? ¿Querrían mirar a la cara en el espejo y ser honestos sobre dónde está y a qué está mirando?
Tung Shan vio que su cara estaba ahí en el agua, y vio lo que el Buda quería decir. Vio su cara humana ahí, y vio su verdadera cara Aquí. Esto es lo que el budismo zen llama la Cara Original. Yo tengo dos caras. Una es mi cara humana, que es mi apariencia. Ella está a un metro de mí, y yo se la doy a ustedes debido a que no me pertenece. Ella es su propiedad. Cuando me la apropio, estoy cometiendo un robo. Lo que nosotros hacemos es tomar nuestra apariencia, que pertenece a los otros, ponerla Aquí sobre nuestros propios hombros, y entonces nos preguntamos por qué tenemos tantos problemas. Así pues, ahí estaba Tung Shan, encontrando su cara humana a un metro de su Cara real, la Cara que tenía antes de que sus padres nacieran.

viernes, 14 de enero de 2011

Taller 1.23


Así obtuve alguna satisfacción. No tenía amigos vivos, pero tenía algunos amigos muertos. Y no solo entre los maestros. Había también en esta comunidad zen otro muchacho, que también era analfabeto y pobre, ambas grandes ventajas. (Todo ese conocimiento libresco y sofisticación es una desventaja terrible. Espero que ustedes no hayan leído mucho.) En esta segunda historia, un joven muchacho, Tung Shan, está leyendo con su maestro la escritura más sagrada del budismo mahayana, el Sutra del Corazón. Comienza diciendo: «Aquí, la forma es vacío, pero el vacío también es forma. Aquí no hay ojos, ni nariz, ni boca, ni orejas, ni lengua, ni funciones de esos órganos», etc., etc., etc., –un poco de envoltura–. Y después dice: «Por lo tanto, el Boddhisattva deja de temblar, pues, ¿qué es lo que puede ir mal?» Y termina con: «¡Hurra!» en sánscrito. Es decir, «¡Guau!» en español.

jueves, 13 de enero de 2011

Taller 1.22


Ocurrió que el maestro de ese monasterio estaba a punto de morir y necesitaba un sucesor. De modo que comenzó una competición, y averiguó que el muchacho de la cocina tenía la respuesta. El maestro envió a buscar a este muchacho por la noche y dijo: «Hermano, usted es el nuevo abad. Ahora debe ponerse a salvo pues todos estos monjes le perseguirán». El maestro hizo que el muchacho cruzara el río, le dio el cuenco y la túnica que eran la insignia del cargo, y Hui Neng fue entonces el verdadero abad ausente.
Sin embargo, un monje malo le atrapó. El monje estaba preparado, si era necesario, para matar a Hui Neng a fin de obtener la insignia del cargo y convertirse él mismo en abad. Pero Hui Neng dijo: «Usted no quiere este viejo cuenco ridículo o esta vieja túnica ridícula. Lo que quiere es encontrar su tesoro y su liberación, su iluminación, la respuesta a sus problemas». El monje dijo: «¡Sí, Maestro, muéstremelo!» Y Hui Neng mostró a este tipo, que era un general retirado, lo que ustedes acaban de ver. El monje miró. Él hizo lo que ustedes acaban de hacer, exactamente lo que ustedes han hecho. Sudó y tembló un poco, debido a que, presumiblemente, había estado meditando veinte años para ver esta condenada cosa, y se sorprendió. De modo que dijo: «¡Ooooh!»
Pero entonces tuvo pensamientos secundarios, lo mismo que ustedes han tenido pensamientos secundarios. (¿No se han dicho ustedes: «Bien, esto está muy claro, pero no puede ser la iluminación de la que habla el Buda. No puede ser tan simple y tan fácil como esto»?) De modo que el monje dijo: «Dígame el resto, Maestro». Pero Hui Neng dijo: «No, usted lo ha entendido. Eso es todo. Lo que usted haga con ello es lo importante, pero eso es todo».

lunes, 10 de enero de 2011

Charla-taller sobre los experimentos de Douglas Harding


Ya tenemos fecha para la charla-taller Volver a Sí mismo sobre los experimentos de Douglas Harding: el día 31 de enero, lunes, a las 20:00h. en la librería Preste Juan de la calle San Juan de la parte vieja donostiarra. (San Sebastián, Guipúzcoa). Entrada libre. Llevar un pequeño espejo de mano.

Luis Granados

Taller 1.21


Leí la historia de un muchacho llamado Hui Neng, que se presentó en un monasterio en el sur de China. Era analfabeto, pobre y joven, pero le aconteció ver lo que ustedes acaban de ver. Él no se expresaba muy bien sobre ello. En el monasterio había quinientos monjes muy santos meditando intensamente, y a este pobre muchacho ni siquiera se le permitió entrar en el monasterio. A él solo se le permitía entrar en la cocina para golpear el arroz. Pero él veía claramente lo que nosotros acabamos de ver.

sábado, 8 de enero de 2011

Taller 1.20


Sin embargo, a lo largo de esos dieciocho años, hice amigos. El problema con los amigos era que estaban muertos, y que llevaban muertos mucho tiempo, y que además estaban muertos en China. Pero eran buenos amigos. Eran los maestros zen (o más bien chan) de las dinastías Tang y Sung en la antigua China, y decían que nuestra bendición, nuestra iluminación, nuestra libertad, nuestra liberación, nuestro tesoro está en una única cosa. Está en mirar para ver a qué se parece la cara de uno.

jueves, 6 de enero de 2011

Taller 1.19


Continuando con mi pequeña historia: Debido a que era tan sorprendente intenté compartir esta experiencia con otros. Algunas personas pensaban que yo era muy profundo, bastante interesante, que hablaba simbólicamente y que era un místico maravilloso que veía cosas que estaban ocultas para la gente en general. Pero la mayoría de la gente pensaba simplemente que yo estaba chalado. Pensaban que estaba loco. Por otra parte, yo me estaba volviendo bastante menos tímido, pues no había nada Aquí a lo que mirar. Podía entrar en una habitación y ¡Dios mío!, yo era la habitación. Yo tenía todas esas caras. Yo no me sentía bajo inspección. Pero durante dieciocho años –mucho tiempo, es más bien una tragedia– durante dieciocho años fracasé en mostrarle Esto a nadie. Se me daba muy mal transmitirlo, supongo. Yo no tenía los experimentos. No era tan fiel o tan claro sobre cómo compartir-Lo como lo soy ahora, pero debí haber-Lo compartido. Es mi culpa, no culpa de los otros.

miércoles, 5 de enero de 2011

Taller 1.18


Ustedes han estado conmigo en esta experiencia y la han compartido perfectamente, porque solo hay una manera de ver esto y compartirlo, y esa es a la perfección. Ustedes no pueden ver a medias esta Claridad o ver una Claridad manchada. Es una experiencia perfecta. Es una experiencia de todo o nada, y ustedes la han hecho como la ha hecho Douglas y como la hizo el Buda y como la hizo Jesús. Exactamente la misma.