domingo, 4 de abril de 2010

"La meditación..." (continuación) Fascinante


Podemos proseguir incansablemente con esta meditación porque es sumamente interesante y es sumamente interesante porque se trata del descubrimiento, siempre renovado, de lo que, después de todo, más importante resulta para nosotros. Si el Sujeto no es asunto nuestro, ¿de quién entonces? No es sorprendente que cualquier otro sujeto de meditación resulte a la postre incapaz de atraer nuestra atención. En cambio, ¿cómo puede nuestra verdadera Historia, nuestro auténtico Corazón, verse eclipsado o defraudarnos cuando es siempre el mismo y, a la vez, de manera fascinante, siempre nuevo? ¿Cómo podremos jamás agotar su indescriptible y arrobador misterio?

Douglas Harding

viernes, 2 de abril de 2010

"La meditación..." (continuación) Paradójica



















Como personas inconsistentes y difíciles de complacer que somos, exigimos un tipo de meditación que nos separe del resto de las criaturas y que, a la vez, nos una a ellas, que nos reduzca absolutamente y que, al mismo tiempo, nos exalte completamente, que nos torne plenamente presentes y conscientes de nosotros mismos y, a la vez, totalmente ausentes y olvidados de nosotros, que nos proporcione descanso y, simultáneamente, nos inspire a la acción, que no tenga objeto y, sin embargo, tenga un propósito que nos deje sin nada que hacer porque ya hemos llegado a la meta y, al mismo tiempo, que lo deje todo por hacer porque aún estamos al comienzo. Lo que buscamos, en resumen, es una meditación que reconcilie todas nuestras contradicciones internas. ¡Mucho pedir! No obstante, maravilla de las maravillas, ésta es justamente la meditación que ofrece nuestra hipótesis (“Más cerca está Él que nuestra respiración y más próximo que las manos y los pies”) cuando la aplicamos diariamente.

Douglas Harding