lunes, 31 de diciembre de 2007

PRÁCTICA COTIDIANA


Podemos ver lo que realmente somos siempre que queramos, sin importar dónde nos hallemos o lo que estemos haciendo. En este mismo instante, mientras lees estas palabras, puedes ver que eres el espacio donde tienen lugar y donde ocurre la totalidad del proceso de lectura. Poco a poco, te vas dando cuenta de que tu verdadera naturaleza crece hasta que se torna tan natural que ya no puedes dejar de estar despierto a su presencia. Por supuesto, es sólo una manera de hablar porque, en realidad, no hay nada que pueda crecer, puesto que despertamos a algo que es inmutable e intemporal, aunque también contiene el continuo cambio del mundo y no está separado de él. Sin embargo, la Visión va simplificándose en la medida en que seguimos progresando. Una vez que estamos familiarizados con nuestro hogar, nos instalamos en él. Hay ciertas actividades que parecen facilitar especialmente la Visión. Obviamente, los experimentos de Douglas Harding señalan directamente al hogar de nuestra verdadera naturaleza y, en ese sentido, podemos ponerlos en práctica regularmente para que nos ayuden a prestar atención a lo que realmente somos y a relajarnos conscientemente en nuestra propia espaciosidad. Señala a tu no-cara y observa. Muévete de un lado a otro y permanece en quietud mientras el mundo se mueve o cobra conciencia de tu ojo único ilimitado. No obstante, también hay muchas otras actividades que facilitan la Visión. Prueba cuáles se adaptan mejor a tus propias necesidades. Cuando pasees, observa quién está paseando: ¡son las flores y los árboles los que se mueven pero no tú! Desaparecen por el ángulo del campo visual en la inmovilidad sin límites. Cuando escuchas música y bailas, tú eres el bailarín invisible del que dimana todo movimiento. Cuando estés tomando café con un amigo cobra conciencia - cara a la no-cara- de que eres el espacio en el que se halla tu amigo y donde ocurre la conversación. Frecuenta a otras personas que también estén practicando la Visión intercambiando y compartiendo con ellas tus experiencias y comprensión. La Visión es muy contagiosa. En cierto modo, tú eres la Visión de y para los demás. Extiende esa atención relajada a todas tus actividades hasta que cada instante se convierta en una oportunidad para la Visión. Cuando estés lavando los platos reposa la atención en el espacio desde el que los brazos descienden hasta el fregadero. Eres el espacio despierto donde tienen cabida el agua caliente, las manos ocupadas,
los platos sucios, el sonido del agua y y los pies apoyados sobre el piso. Si estás atrapado en un embotellamiento de tráfico, relájate
para no sentirte atrapado en él y siente, en cambio, que es el tráfico el que está en ti: el sonido del motor, el contacto de las
ruedas con el asfalto, el parabrisas y el resto de los coches. Tal vez experimentes en ocasiones sentimientos de frustración, pero eres
el espacio silencioso y relajado donde todo eso sucede. Préstales atención. No reprimas la conciencia de lo que realmente eres.
Asimismo, cuando afrontes situaciones de tensión con otras personas, permanece completamente vacío ante ellas y lo que está ocurriendo. Cuando te sientas triste o deprimido, presta atención a esos sentimientos cobrando conciencia de que están sucediendo ahí en el claro espacio de tu conciencia de aquí. Siente la sensación y la ausencia de sensación. Siente la tristeza al mismo tiempo que la liberación-de-la-tristeza. Observa que nuestro verdadero Yo, la no- mente, no se ve afectado en modo alguno por dichos estados mentales. Ésta es una psicoterapia y una curación radical. Al dejar los sentimientos en el lugar donde pertenecen -es decir, ahí afuera- podemos aspirar profundamente el saludable aire fresco de nuestro verdadero hogar. Entonces, dejamos de ser las víctimas -la víctima se desvanece- y pasamos a ser el espacio del mundo. Eso es algo positivo para nuestra propia mente, que se torna muy espaciosa, y en general también para el mundo, que vuelve a estar investido de significado. Es lógico que, en determinados periodos, perdamos la conciencia de nuestra verdadera naturaleza, pero no tenemos que preocuparnos demasiado por eso. La Visión prosigue sin interrupción en un segundo plano. No ha ido a ningún lugar, ni se ha deteriorado. Observa nuevamente y verás que tu verdadera naturaleza sigue presente y tan perfecta como siempre. Hay un ritmo natural de olvido y recuerdo. El olvido también cumple su cometido porque ¿cómo reconoceríamos cuál es nuestro hogar si sólo conociésemos eso? Alejarse de nuestro hogar significa que, cuando volvemos a él, obtenemos una nueva perspectiva. Si no nos hubiésemos alejado, no experimentaríamos el placer del retorno. Sin embargo, es paradójico que nuestro retorno al hogar también suponga la constatación de que nunca hemos salido de él o, dicho de otro modo, que no ha transcurrido tiempo alguno desde que lo abandonamos, porque aquí no existe el tiempo. Una vez que atravesamos el umbral, nos hallamos en el no-tiempo. (De igual modo que la cara de ahí coexiste con la ausencia-de-cara aquí, así también el tiempo de ahí coexiste con el no-tiempo de aquí) Ahora podemos relajarnos en nuestro hogar y permitir que las cosas sean.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

¿Cómo sueles explicar el estado sin cabeza?


Laurent: ¿Cómo sueles explicar el estado sin cabeza a alguien que
jamás ha oído hablar del tema?

Richard lang: Ésa es una pregunta interesante. Creo que es más
divertido no tener ninguna idea preconcebida al respecto, sino que
primeramente hay que estar con la persona y después ver lo que
sucede. Es muy importante escuchar lo que cada persona puede
decirnos. Después, a veces me limito a decir, "¿Te has dado cuenta
de que no puedes ver tu cara? Y muevo mis manos en esa espaciosidad
para atraer su atención hacia ella. En la actualidad, tiendo a
asumir, a dar por sentado que las personas no tienen ningún problema
para ver lo que realmente son, ninguno en absoluto, puesto que es
muy sencillo. Creo que tomé prestada la idea de Douglas. Al
principio, solía pensar que era una cosa muy difícil de compartir,
que de alguna manera tenía que obligar a la persona a decir "sí"
conducirla a la comprensión. De ese modo, creaba de antemano una
buena cantidad de problemas porque cada persona aborda la Visión de
manera distinta. Sin embargo, Douglas solía decir, "Ellos no pueden
ver. Es así de simple". Así que, hoy en día, sólo intento mostrarlo
y parto de la base de que lo comprenden. Tal vez después sigan
intentándolo e incrementen su confianza en que ya lo tienen. Pero,
si bien escucho lo que tienen que decirme, también practico como
mínimo uno o dos experimentos con ellos. No es bueno limitarse a
hablar.
En la actualidad, cuando llevo a cabo un taller como éste, suelo
introducir el tema situándolo en el contexto de la historia personal
de Douglas y relato el modo en que llegó a ver lo que realmente era.
Ese relato facilita mucho la introducción de ideas como lo que somos
depende totalmente del lugar desde el que estemos siendo observados,
porque eso es precisamente lo que Douglas tenía en mente cuando
descubrió lo que realmente era. Pero también depende de las personas
a las que me esté dirigiendo en ese momento. Hace poco estuve en
Sudáfrica y compartí la Visión con otra persona y, como tenía la
cartulina conmigo, llevamos a cabo ese experimento en concreto. (Ver
mensaje nº43, la cartulina, en este grupo de reunión). ¡Es imposible
no ver que la cartulina desaparece en el vacío cuando la situamos en
el lugar correcto!

Richard Lang VER LO QUE REALMENTE SOMOS Editorial La Llave.

El testigo sin esfuerzo


Empecemos siendo simplemente conscientes del mundo que nos rodea.
Contempla el cielo y relaja tu mente. Deja que el cielo y tu mente
se fundan. Date cuenta de las nubes que flotan en el cielo. Date
cuenta de que eso no requiere ningún esfuerzo por tu parte. Tu
vivencia del presente -en la que esas nubes están flotando- es muy
simple, muy sencilla, sin esfuerzo, espontánea. Sencillamente te das
cuenta de que hay una atención no forzada registrando las nubes. Lo
mismo es aplicable a esos árboles, a esos pájaros y a esas rocas.
Los registras de manera fácil y sin esfuerzo alguno.
Fíjate en los pensamientos que surgen en tu mente. Puede que
registres diversas imágenes, símbolos, conceptos, deseos, miedos y
esperanzas, emergiendo espontáneamente en tu conciencia. Surgen, se
quedan ahí un poco y luego se van. Esos pensamientos y sentimientos
surgen bajo tu atención al momento, y esa atención es muy simple,
sin esfuerzo, espontánea. Los registras de manera fácil y sin
esfuerzo alguno.
Date cuenta: puedes ver las nubes alejándose porque no eres las
nubes. Eres el que presencia esas nubes. Puedes percibir las
sensaciones corporales porque no eres esas sensaciones. Eres el
testigo de esas sensaciones. Puedes ver los pensamientos flotando
porque no eres esos pensamientos. Eres el testigo de esos
pensamientos. De manera espontánea y natural, todos esos objetos
surgen, por sí mismos, sin esfuerzo en tu momento presente.

Ken Wilber

Experimento: ¿Existe alguien viviendo dentro de nosotros?


Podemos realizar un pequeño experimento.
Podemos tumbarnos en una cama o sentarnos en una silla confortable e
imaginar con los ojos cerrados que no hay nadie dentro de nosotros.
No hay nadie que esté tumbado, ningún cuerpo, ninguna
individualidad. Aún experimentamos sensaciones como la presión de
nuestro cuerpo contra el colchón o contra el respaldo de la silla,
aún escuchamos los sonidos de nuestro entorno, aún se presentan
pensamientos y emociones, pero los vemos pasar como nubes en el
cielo movidas por el viento. Y de repente, nos sorprenderemos al
darnos cuenta de que no tenemos por qué imaginar que no existe nadie
dentro de nosotros, ya que ésta ha sido siempre la situación real.
No hace falta imaginar ninguna conciencia vacía en nuestro interior
porque es justamente así como siempre han sido las cosas: ¡no hay
nadie en casa! Nunca ha habido ni rastro de una persona permanente,
lo único que ha habido, lo único que hay, es conciencia. La idea de
una persona que habite dentro de nosotros no es más que una imagen,
un pensamiento pasajero. Entonces, ¿qué es lo que somos en realidad?
Somos la conciencia impersonal; y en esta conciencia, las imágenes
de una persona y un cuerpo pueden ir y venir. Y eso es todo. El
resto no son más que recuerdos y habladurías. ¿Qué se siente al
descubrir que no hay nadie viviendo dentro de nuestra cabeza? ¿Nos
sentimos bien al respecto o sentimos cierto malestar? Sabemos que
este descubrimiento parece absurdo y que va en contra de todo
sentido común, pero ¿quiere esto decir que no pueda ser verdad?
A pesar de todo, ésta no ha sido una verdadera prueba de que la
personalidad no existe y no hay nadie viviendo dentro de nosotros.
Aquellos que prefieran creer en la identidad separada de la persona
(o en su alma individual) son libres de hacerlo; además, estarán
respaldados por la gran mayoría de la población. El propósito de
este experimento era simplemente tomar en cuenta otra visión posible
de las cosas y no deja de ser una visión muy interesante cuando se
trata de descubrir nuestra Verdadera Naturaleza.

Experimento: La cartulina




El experimento de la cartulina llama nuestra atención sobre la
diferencia existente entre la apariencia y la realidad: nuestra
realidad divina.
Recorta un hueco con la forma de una cara (un óvalo) en una cartulina
de aproximadamente 45 x 30 cms y pega un pequeño espejo en el ángulo
inferior derecho.
Colocatelo frente a ti y observa el lugar dónde está tu cara, es
decir, ahí afuera en el espejo y no aquí arriba sobre tus hombros. Ve
acercando el espejo hacia ti y comprueba como va cambiando tu
apariencia. El espejo nos dice cuál es nuestra apariencia a diferentes
distancias, pero no puede decirnos lo que somos donde no existe
distancia alguna. Observa también cómo la imagen del espejo sólo hace
referencia a sí misma y bloquea la visión de todo lo demás. En tanto
que esa persona, ocupamos un espacio concreto. Somos sencillamente una
persona y nadie más.
Ahora presta atención al hueco que hay en la hoja. No hay ninguna cara
allí, sino tan sólo un espacio claro y vacío. Debido precisamente a
que el hueco está vacío, también está lleno, lleno de la escena que
hay detrás. Si fuésemos simplemente una cosa, un ser humano, entonces,
no podríamos ser nada más. Pero si somos "nada", podemos contener al
mundo. Veamos, pues lo que realmente somos.
Ahora, acerca lentamente la hoja hacia ti, observando el
espacio y lo que contiene.
Date cuenta de que, en la medida en que el espacio va aumentando
gradualmente, contiene cada vez más zonas de la habitación.
Si sigues acercando la cartulina hacia ti, el agujero central sigue
creciendo e incluyendo cada vez más espacio del cuarto. El borde del
agujero empieza a difuminarse.
Cuando sitúas la hoja exactamente frente a tu cara, el agujero
desaparece completamente y todo lo que queda es el espacio que,
ahora, carece de límites.
Aquí en el centro, eres el espacio ilimitado que contiene la escena.
El pequeño espacio exterior en el que estabas mirando se transforma
en el espacio infinito desde el que estás mirando. Ahora eres
consciente y estás lleno del mundo.
Para las otras personas, tu cara ocupa el agujero que hay en la
cartulina pero, desde tu propia perspectiva, estás lleno de la
habitación. Desde el punto de vista de los demás, te has puesto
encima una cartulina pero, para ti mismo, te has investido con el
mundo. Para los otros, eres una persona pero, para ti mismo, eres el
mundo.
Somos muy hábiles a la hora de prestar atención a los objetos
externos y, en especial, a lo que está al alcance de nuestro brazo.
Ésa es la zona dónde sostenemos cuchillos, tenedores y tazas,
manejamos volantes y teléfonos y donde cocinamos, mecanografiamos,
lavamos y tocamos a los demás. Sin embargo, para poder funcionar
adecuadamente en el mundo -y no digamos para destacar en él- no sólo
necesitamos prestar atención desde esa distancia sino también desde
otras. Y el nombre de ese juego es atención. Sin embargo, toda
nuestra capacidad de atención se muestra inútil cuando se trata de
vernos a nosotros mismos justamente aquí donde estamos. Tal vez
creamos que, en ese caso, la atención carece de valor para la
supervivencia y, en consecuencia, siempre que lo intentamos ¡nos
vence el sueño! ¡Dejamos que sean los demás los que nos digan
quiénes somos! En el experimento de la cartulina comenzamos
prestando atención a la distancia que nos resulta más familiar, es
decir, la distancia del brazo. Luego, cobramos conciencia de la
cartulina, del agujero y de lo que aparece en dicho agujero.
Después, al tiempo que acercamos la hoja hacia nosotros, seguimos
manteniendo nuestra atención. En otras palabras, utilizamos la
cartulina para llevar de vuelta la atención hasta el lugar desde el
que estamos mirando y, a lo largo de todo el recorrido, aplicamos la
misma atención diligente que prestamos a los objetos externos, hasta
llegar a lo que somos en el centro. Este proceso nos permite
mantenernos despiertos cuanto más cerca estamos de nosotros mismos y
negarnos a que sean las demás personas quienes nos digan lo que hay
aquí donde estamos nosotros -y no están ellas-,recurriendo tan sólo
a nuestra propia autoridad y experiencia.

Experimento: Hacer girar el mundo


El sentimiento de correr de un lado para otro, siempre intentando
llegar desde A hasta B, sin un momento de descanso, está muy
relacionado con el estrés. Pero en este momento estamos explorando el
modo de encontrar la quietud y la paz. A veces deseamos detener el
mundo y apearnos. Sin embargo, también nos gusta el movimiento. No
queremos renunciar a él. Queremos tener ambas cosas.
Y en verdad podemos tener lo mejor de los dos mundos.
Si me pongo en pie, señalo hacia mi cara y giro sobre mí mismo en el
mismo punto, los demás ven que me muevo mientras la habitación se
mantiene inmóvil a mi alrededor.
Pero, de acuerdo a mi propia experiencia, es la habitación la que se
mueve mientras yo permanezco inmóvil.
Inténtalo. Ponte de pie y apunta con el dedo indice hacia tu ausencia
de cara y comienza a girar sobre ti mismo de manera lenta y cuidadosa.
¿Qué está moviendose? Nuestro dedo está ahí señalando a la nada, pero
permaneciendo quieto en el centro del campo visual. ¿Se mueve la
habitación al fondo, más allá del dedo? Sin embargo, en tu propio lado
del dedo, nada se mueve. Fuera la habitación gira pero, en el centro,
todo permanece inmóvil.
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Como alternativa, podemos caminar alrededor de la habitación,
percibiendo que los muebles y las paredes se mueven a través del
espacio vacío donde permanecemos.

Asímismo, cuando estamos conduciendo, podemos percibir el movimiento
del paisaje y los edificios. ("La fe mueve montañas", antes pensaba
que eso era imposible pero a la luz de estas revelaciones he
comprendido el significado de ese dicho.) Nuestras manos se apoyan
en el volante, mientras los brazos se extienden en la inmovilidad
del espacio. No conducimos el coche, sino el paisaje. Estamos
conduciendo el paisaje. Observa cómo las farolas y los árboles pasan
velozmente. Es tan relajante. No nos dirigimos a ningún lugar, sino
que es el punto de destino el que viene a nosotros.

Aquí, en el centro, siempre estamos en reposo, mientras que ahí, a
nuestro alrededor, todo está en continuo movimiento. Debemos prestar
atención simultáneamente a nuestra aparentemente contradictoria
necesidad de reposo y movimiento.

Richard Lang. Ver lo que realmente somos. Editorial la llave

A esto también se refiere Ken Wilber cuando dice que esta es también
una manera de permanecer en el Testigo, en la Presencia.

* Alrededor de él acontece la revolución de los cuerpos celestes. Rumi.

* Cuando cruzo el puente, el puente es el que fluye, no el agua. Dicho Zen

* El hombre exterior es la puerta batiente; el hombre interior es la bisagra inmóvil. Eckhart.

* Quien diga que el Tathagata va o viene, se sienta o se acuesta, no entiende el significado de mi enseñanza. El Sutra del Diamante

domingo, 2 de diciembre de 2007

En Prisión No


Por Richard Lang



A principios de este aÑo recibí un artículo de un hombre que ha
estado en prisión durante más de veinte aÑos. J. Amberchele había
leído un ensayo de Douglas Harding, llevado a cabo las instrucciones
de este y había visto Quién era realmente.
Las instrucciones de Harding son extraordinariamente claras y
eficaces. De hecho, diría que cualquiera que hace sinceramente 'los
experimentos' de Harding (como él llama a sus ejercicios de
conciencia) - verá Quien es realmente. (¡Es una promesa que vale la
pena comprobar!)

Aquí está una extracto del artículo de Amberchele:

"Los ejercicios son increíblemente simples y completamente
radicales. El hecho es que son a la vez simples y radicales, así es
como diría que son, aunque cuando me tope con ellos por primera vez,
en los libros de Harding tuve que reírme, eran tan disparatados.
Entonces los entendí, "lo pillé", como dicen ellos, sabía que
estaban seÑalando en la dirección correcta mientras que el resto del
mundo no.

Amberchele compartió estos experimentos con algunos de sus
compañeros de presidio. El describe su experiencia tras este taller
o 'reunión':

"… regresé a mi celda observando como pasaban las aceras, las
alambradas y los edificios, mientras yo permanecía inmóvil, como
siempre he estado. Para recordarlo sólo tenía que apuntar con mi
dedo al lugar desde donde estoy mirando y necesitar sólo de la
imagen de una cara para saber que el final de la confrontación está
Aquí. Me dí cuenta de algo más cuando salí de aquella reunión: que
todo lo que pasaba deslizándose no era otro que Yo; estaba, por
increíble que parezca, caminando a través de Mi mismo, asombrado a
cada paso que daba.

Envié este artículo a través de nuestro boletín de noticias y recibí
varias respuestas de gente conmovida por la historia de este hombre.
Aquí está una de ellas:

" Tengo que decir que este artículo me encanta y al mismo tiempo me
hace llorar. Es probablemente el testimonio más precioso de la
disponibilidad y el poder de esta simple Visión que ha llegado a mis
manos, tan maravillosamente escrito… directamente de Corazón a
Corazón. "

Cuando leí el artículo de Amberchele también estaba sumamente
conmovido. Era obvio que este hombre había entendido clara y
profundamente. No sólo lo entendió, sino que lo compartía con los
demás en el duro ambiente de una prisión. Aún así, no había
participado nunca en un taller, nunca había encontrado a nadie más
que estuviera también consciente de esta "falta de cabeza". Además
el artículo estaba bien escrito, llevando directamente al lector a
aquella prisión, a aquel taller, haciéndole entrar en la propia
mente y corazón del autor. Cuando hube acabado de leerlo lo dejé en
su sitio. "¡Era un artículo asombroso!", pensé. Entonces empecé a
dudar de la profundidad y claridad de lo que acababa de leer. "¿Era
realmente tan asombroso?" Así que lo cogí y lo leí de nuevo para
ver. Quizás había tenido una falsa impresión. Pero no, no la había
tenido. Era realmente un escrito extraordinario.

Más tarde ese mismo año, tenía programado dar talleres sobre "La Vía
sin Cabeza" cerca de la parte del mundo donde estaba Amberchele,
entonces se me ocurrió la idea de visitarle en prisión.

Justo después de este pensamiento vino otro: "Debes estar loco
Richard - ir a otro país, a una prisión desconocida para visitar a
un hombre que no conoces. Deja las cosas como están."

Al instante recordé un pasaje de Jean Pierre de Caussade, el jesuita
francés del siglo dieciocho cuya colección de cartas y ensayos - "
Abandono a la Divina Providencia " - es uno de mis libros más
preciados. Douglas Harding fue el primero en presentarme a Caussade,
a principios de los 70 y a menudo hemos hablado de él con el paso de
los aÑos. Me acordé de un párrafo donde Caussade anima al lector a
tomar en serio ciertos pensamientos especiales que vienen a la mente
de uno de vez en cuando - confiar y obrar de acuerdo a ellos. Bien,
aquí parecía estar tal pensamiento. Sentí que se me llamaba para que
siguiera con ello hasta el final.

Había también otra consideración en mi mente. ¡Soy alguien a quien
le gusta la aventura - bueno, un poco de vez en cuando! (¡Otras
veces soy un completo cobarde!) y aquí estaba una invitación a la
aventura si alguna vez hubiera habido una! ¿Aceptaría el desafío o
me echaría atrás?

Me hice con el número de teléfono del 'centro penitenciario' de
Amberchele gracias al servicio de información telefónico, y todavía
con algún temor llamé. Después de hablar con varias personas al fin
conseguí contactar con el funcionario adecuado. Le dí mi número de
pasaporte y otros detalles - por razones de seguridad. Durante la
conversación me enteré que las visitas sólo podían hacerse los fines
de semana así que cambié mi calendario mientras hablaba, fijé fecha
y hora para visitar a Amberchele.

A finales de agosto volé a la ciudad más cercana, alquilé un coche,
conduje tres horas por un paisaje desconocido y llegué al centro de
recepción de la prisión, justamente después del almuerzo. Se me
dieron instrucciones para que dejara en mi coche todo lo que tuviera
en mis bolsillos. Todo lo que podía llevar encima era una tarjeta de
plástico, que me dieron en recepción, para comprar bebidas en la
prisión, un documento que me autorizaba a visitar al prisionero y un
disco de metal que había cambiando por las llaves de mi coche.
Esperé un rato, entonces me llevaron en autobús con varios
visitantes más, a uno de los bloques de la prisión. Después de
firmar el libro de entradas y salidas fui hacia unas puertas
correderas - la puerta que estaba detrás de mí tenía que cerrarse
antes de que la segunda se abriera - entonces me encontré delante de
lo que allí llamaban 'la cafetería'. Había docenas de pequeÑas mesas
donde los prisioneros - todos hombres vestidos de azul - se sentaban
con sus familias y amigos. Había máquinas de refrescos a lo largo de
la pared. Me acerqué a una mesa donde dos funcionarias de prisión
estaban sentadas observando la escena, entonces me identifique. Me
llevaron hasta un mesa numerada donde me senté para esperar,
mientras J. Amberchele era traido desde su celda. (Este es su
seudónimo, no su nombre verdadero.)

Esperé quizás un cuarto de hora. La escena en aquella sala era
extraña - extraña al menos para mí. Los prisioneros se sentaban con
sus mujeres, novias, madres y padres, niÑos. Charlaban, bebían
sodas, jugaban a las cartas. Todavía, mientras miraba alrededor, no
podía sino imaginar algunos de los sentimientos que debían estar
pasando bajo la superficie. Había quizás treinta o más prisioneros
presentes con sus visitas. En el otro extremo de la sala había una
puerta metálica la cual, averigüe, conducía al resto de la prisión.
De vez en cuando un preso pasaba por esta puerta a la cafetería y yo
me preguntaba si ese sería J. Amberchele. Esto sucedió varias veces,
pero los hombres no me prestaban atención sino que se acercaban a
las mesas de las otras visitas. Un par de veces, tengo que decir,
estuve aliviado de ver que no era Amberchele, sintiendo diferencias
profundas entre nuestros punto de vista. ¿Pero quién sabe? Esto era
una primera impresión superficial. Me dí cuenta que estaba juzgando
y traté de relajarme, preparándome para estar con quienquiera que
viniese y se sentara conmigo. Entonces llegó otro hombre, habló con
las dos funcionarias de la prisión, miró en dirección a mi mesa y se
acercó. Era 'J'.

Inmediatamente me sentí a gusto con él. Era un hombre de
aproximadamente sesenta años, canoso y de cara amable y franca. Me
puse de pie, nos dimos la mano y me senté con él en la pequeÑa mesa
cuadrada.

Empezamos a charlar de cosas sin importancia pero pronto nos pusimos
a hablar de lo que realmente nos interesaba a ambos - Quiénes somos
realmente.

Apenas dejamos de hablar durante la hora y media que estuve allí.

En un momento dado nos acercamos a las máquinas de las bebidas y nos
trajimos un par de zumos de fruta.

"¡Ah, esto sabe bien!", exclamó mientras ponía la botella de nuevo
en la mesa. Resultó que los internos sólo podía conseguir leche o
café en la prisión, así que esta bebida era algo especial para él.

Le pregunté cuanto tiempo estaría en la prisión.

"Probablemente el resto de mi vida. "

Y aún así durante todo el tiempo que duró nuestra reunión no detecté
ninguna seÑal de autocompasión en él. De hecho, era totalmente al
contrario - había bastante alegría y paz.

Durante nuestro tiempo juntos noté dos o tres veces como los ojos de
J. se llenaban de lágrimas. Sí, estaba conmovido con mi presencia
allí en aquella sala- por el hecho de que me había tomado la
molestia de viajar muchas millas para visitarle.

"¿Pero de todos modos tenías que venir a esta parte del país?"

"No. Vine expresamente para verte."

Cuando hube leído su artículo había sido como si Dios - quien es mi
más íntimo yo y aún así completamente otro más allá de mí - era como
si Dios misteriosamente me llamara desde allí, en aquella prisión.
Sentía que era llamado por otro que aún así era yo mismo; quería
encontrar esa parte de mí en él. Era curioso ver quien era. Quería
hablar sobre lo que suponía que era tan precioso tanto para él como
para mi.

También sé lo maravilloso que es tener amigos que valoran este vía
directa a Casa - 'La Vía de Harding' como así lo llama J. en su
artículo. No sólo quise tener otro amigo "sin cabeza" sino que
también quería que el tuviese un amigo "sin cabeza". La amistad
entre las personas que ven su "falta de cabeza" es más profunda de
lo que las palabras puedan decir. Estás conscientemente compartiendo
ese ser indivisible. Es maravilloso y asombroso. Sois dos y aún así
sois uno. Qué misterio. Entonces cuando estais separados todavía
puedes ver - y ser - el ser del 'otro' - exactamente donde estás.

Los amigos a menudo nos pueden inspirar y enseÑar - cuando estamos
dispuestos a mirar y escuchar. Supongo que una de las razones por la
que Dios creó 'otros' - es para explorar de tantos modos como sea
posible el increíble milagro del Ser. Y cuando hay 'otros' - quienes
son todavía al mismo tiempo 'Uno mismo' - entonces el amor llega a
ser posible, de una manera que no sería si hubiera quedado para
siempre uno solo.

Pero J. no solamente estaba conmovido por el hecho de que me había
tomado la molestia de visitarlo sino también por la belleza y la
profundidad infinita de lo que estamos compartiendo.

El también estaba asombrado, como también lo estoy yo, por lo fácil
que es ver la 'no cara' de uno. "¡Es tan sencillo!"
exclamó. "¡Supongo que tenía que ser así de fácil!"

Encuentro maravilloso poder tener un lenguaje que describa el ver
quien eres realmente en términos fisicos directos. Sentados allí
juntos, hablamos de forma relajada sobre estar 'cara a no-cara', de
mirar desde nuestro 'ojo único', de ser 'capacidad' para la prisión,
de estar quieto mientras los lugares y la gente llegan y desaparecen
en la quietud de uno. Estabamos de acuerdo en lo asombroso que es
ser capaz fisicamente de seÑalar con el dedo a lo Que uno es
realmente. ¡Quién habría pensado que uno podría seÑalar a Dios!

Nos deleitamos juntos en el misterio y la imposibilidad del Ser
creándose a sí mismo. !Nos quedamos sin habla! - momentáneamente -
como cuando reconocimos que el autoorigen de la Fuente está en el
propio logro presente de cada uno, aquí y ahora. ¡La creación de uno
nada menos, sin tener ni idea de cómo uno lo hace! ¡sin ninguna
preparación posible o intención! ¡esta escena en la cafetería de la
prisión -bueno, esto era un desbordamiento precioso del ser divino
de uno! ¡Qué creativo es uno!

¡Asombroso!

¡Imposible!

Desde el punto de vista de todos los demás, en aquella cafetería,
nosotros eramos dos hombres que estaban hablabando juntos. Y aún así
cada uno de nosotros era plenamente consciente de ser Dios,
conscientes de contener la cafetería y todas las 'otras' personas
que había en ella. Estabamos descubriendo que nosotros éramos la
Fuente de todo ello. Y desde esta Fuente indivisible explorábamos y
disfrutábamos de dos únicas vistas de aquella sala y el mundo.

J. mencionó que él normalmente no escribía. Su artículo 'La Vía de
Harding ' había surgido espontáneamente cuando un día se sentó y se
puso a escribir. Aún así, tras este acto no premeditado había
surgido el contacto entre ambos. Había enviado su artículo a muchas
personas - más de mil - y lo había colocado en lo alto de la lista
de artículos de nuestra página web - disponible para la toda la
comunidad que estuviese conectada a internet. A través de este
despliegue de acontecimientos él había conmovido a muchas personas -
gente por todas partes de los que él no era consciente. Y ahora,
como resultado de todo esto, estaba allí sentado delante de él.
¡Nunca sabemos lo que nos puede pasar! No estamos personalmente a
cargo de ello.

O quizás, como el difunto sabio indio Anandamayi Ma dijo, " Todas
las cosas son bien llevadas desde Aquí. "

¡Bien llevadas de verdad! ¡Sin que la Dirección tenga ni idea en
absoluto de como lo hace!

A las cuatro y media se hizo un comunicado por los altavoces - era
hora de que las visitas saliesen. Después de unas últimas palabras
con J. me levanté y le dí la mano. Entonces nos abrazamos el uno al
otro.

Me uní a las otras visitas que salían. Nos agolpamos en la pequeÑa
sala entre las puertas correderas. A través de una ventana podíamos
ver a los prisioneros que ahora estaban solos en la cafetería,
sentados allí, esperando antes de que se les permitiera salir - no a
través de la puerta por la que nosotros habíamos pasado sino por la
puerta metálica en el otro extremos de la sala. Era una escena
desgarradora, para sus mujeres y familias, y para mí. Divisé
entonces a J. Aunque estaba sentado entre los demás prisioneros
estaba solo, tranquilamente mirando hacia abajo. Estoy seguro que él
estaba viendo Quién era realmente.

Yo también.

Creo que ambos estabamos conmovidos por nuestro encuentro.

Entonces salí de la prisión, me metí en el autobús con los demás
visitantes, recogí las llaves de mi coche en el centro de recepción,
y me alejé de la prisión …

Era libre de marcharme.

J. no.

Aún así ambos eramos conscientes de la libertad de nuestra verdadera
indentidad.

Tras visitar a J. viajé a otras ciudades y otros países dando
talleres sobre Ver Quien Eres Realmente - como había estado haciendo
durante el mes antes de mi visita a J. De vez en cuando compartí con
amigos y participantes de los talleres la historia del artículo de
J. y mi encuentro posterior con él. J. me había inspirado, y se lo
dejé saber a la gente. Qué vida tan dura había tenido - y todavía
tiene. Y aún así allí está, viendo Quien es realmente. ¿Quién habría
imaginado que habría llegado a Esto después de los altibajos de su
vida? ¡Llegar a esta Libertad y Gloria! ¡Llegar a ver que él no está
en la prisión! - ¡La prisión está en él!

No creo que J. se hubiera podido imaginar encontrar esta libertad.
¿Pero quién puede? ¿Cómo puede uno imaginar alguna vez Esto? Es
imposible preveer esta infinidad - solamente es posible Verlo aquí y
ahora. Incluso ahora supongo que le parece increíble. Aún así estoy
en el mismo barco - ver Quien Soy me parece increíble.

La historia de J. es estimulante también para otros. Sé que ha
tocado el corazón de Douglas Harding. Douglas, a sus 94 aÑos, en el
encuentro de verano de este aÑo en Inglaterra, leyó en voz alta todo
el artículo de J - tan impresionado estaba por lo que había
encontrado allí. Cuando al final del verano volví a Inglaterra
después de mis viajes, llamé por teléfono a Douglas. Quería saber
urgentemente sobre mi encuentro con J. Más personas habían
preguntado también. Cuando les hablé sobre J. y el valor que le da a
a la Visión, estuvieron conmovidos con asombro y admiración.

Poco después de llegar a casa en Londres, tras mis viajes alrededor
del mundo, recibí una carta de J. Aquí están los dos primeros
párrafos:

"Querido Richard,

¡Primero, déjame decir que fue un gran placer haberte conocido! Tu
visita hizo que me arraigara más en la práctica de la Visión. Sé que
estoy Solo en esto, pero de todas formas es agradable no estarlo -
allí estabas tú, ¡sentado enfrente de mí rebosante de esa Visión!
¡Qué maravilla!

Desde tu visita, he compartido el experimento de seÑalar con otro
amigo, inmediatamente "lo pilló". No estoy seguro lo que hará con
el, pero ciertamente le sobresaltó. ¡Era más bien para quitarse el
sombrero! No dejé de pensar sobre lo que dijiste sobre el despertar
de Dios."

En su libro 'El juicio del hombre que dijo que era Dios', Douglas
Harding escribía sobre un carácter de ficción encarcelado, mientras
se enfrentaba a la acusación de blasfemia. En aquella época - en la
novela - la blasfemia era un delito capital. Para todos sus
acusadores el acusado aparece desde luego como un hombre - un hombre
que falsamente declara que él es Dios. Pero el acusado seÑala que
cuando él presta atención a lo que él es para sí mismo - como la
Primera Persona del Presente Singular - él no es un hombre. él es
Dios. Entre los muchos testigos llamados a testificar en su contra
está su carcelero que confirma al fiscal que él ha visto a el
acusado 'en prisión. Si el acusado fuera realmente Dios, como afirma
que es, entonces - el carcelero estaría de acuerdo - nadie sería
capaz de contenerle dentro de las cuatro paredes de su celda. Ya que
Dios es ilimitado. Obviamente - como tercera persona - el prisionero
está de verdad encarcelado dentro de su celda. Pero en su defensa el
prisionero muestra al tribunal un dibujo que prueba Quien es
realmente - la Primera Persona del Presente Singular - él no está en
aquella celda de la prisión: la celda de la prisión está en él. Como
se ve en el dibujo, el Prisionero no está contenido dentro de su
celda - falta la pared más cercana. El Uno Ilimitado, Transparente,
Espacioso, en este extremo de la celda no está en prisión.
Incontenible, se ha escapado - incluso antes de que haya sido
encarcelado. éste Uno - y este Uno solo - es absoluta e
incondicionalmente libre.

Mi amigo en prisión disfruta de esta Libertad incondicional.

¿Y tú?

Espero que sí.

SeÑala a tu 'no-cara' y verás esta Libertad. Sigue prestando
atención a esta Libertad y una bendición tras otra caerán sobre tí -
por siempre jamás - Sin condiciones.

El artículo de J.Amberchele, 'La Vía de Harding', está en nuestra
página web www.headless.org en la sección de artículos. También
encontrarás algunos de los experimentos en la misma página web.
¡Pruébalos!

La vía de Harding


Por J. C. Amberchele



Cualquier idea que he tenido sobre como funcionan las cosas en este
mundo no me ha llevado lejos, considerando que he pasado más de
veinte aÑos en prisión. La mayor parte de mis creencias las adquirí
de mi padre y de John Wayne, cualquier cosa que no fuera en extremo
dura y descarada me resultaba embarazosa. De hecho, vivía en un
estado de continuo desconcierto, nunca estando a la altura de las
ridículas normas que había aceptado sin duda, las cuales afectaban a
un marco de expectativas que yo ni nadie podía satisfacer: cómo
debía actuar, cómo debían tratarme los demás, o de otra manera, cómo
la gente tenía que comportarse en mi presencia; como los días, los
meses y los aÑos debían revelarse a mi favor.
Ni que decir tiene que llegué a convertirme en el ídolo de los
controladores de todo el mundo. Y como todo controlador, bajo una
fachada de fuerza refinada, tenía una sensación de vacío y
desgracia, siempre librando una batalla entre lo que pensaba que
debería ser y lo que era. En esta confusión, me autodestruía una y
otra vez, arrastrando a los otros conmigo.

Hace unos aÑos, ya bien entrada esta condena en prisión, por
casualidad ví una entrevista de PBS Bill Moyers con Joseph Campbell,
y decidí intentar hacer meditación. Fue difícil al principio, con la
multitud, el ruido y la rutina en el bloque de celdas, pero pronto
descubrí que durante la meditación tenía pocas expectativas, de mi
mismo o de los demás, como si no hubiera otros. Era un lugar sin
criterios, sin desconciertos, un refugio donde ya no tenía que
afirmar mi deseo equivocado. Excepto por los raros vislumbres con
drogas o durante momentos de tensión, de peligro de muerte en mi
larga carrera criminal, fue la primera vez que sinceramente me había
dado cuenta de esa atención desnuda de "Yo Soy" en el centro de mi
conciencia que, ahora obvio, siempre había estado ahí.

El misterio, desde entonces, se convirtió en la pregunta de cómo
este "YO" se había originado y desde dónde seguía brotando. El viejo
modo de pensar, que yo podía ser una conciencia separada, en un
cuerpo y mente separados, era demasiado dolorosa para aceptarla.
Este era el modo en que mi padre y todos los demás me habían
enseÑado, por quien yo me había medido; este era el camino de la
contracción, la confrontación y la automortificación sin fin. Tenía
que haber otra explicación.

Esto me llevó a seis aÑos de lectura obsesiva. Quise investigar el
presentimiento tácito que había tenido desde mis días de LSD en los
aÑos sesenta, que se había manifestado previamente como miedo, y que
había sido resucitado durante la entrevista de Campbell: a saber,
que todas las religiones principales llevaban en su raíz un mensaje
idéntico, tan claro y tan básico que las palabras eran innecesarias
para su realización. Sospechaba que mi percepción del mundo y mi
supuesto lugar en él era ilusorio, que la realidad no era lo que yo
y la mayoría de todo el mundo pensaba. Era como si el género humano
fuese el destinatario de una broma pesada que el universo hubiera
conspirado simplemente para jugar. Era claro que mi vida hasta
entonces había sido una lucha contra la revelación de este
conocimiento, aferrándose, como así era, a las mentiras que me
habían sido pasadas, repartiéndo golpes a diestro y siniestro para
evitar la verdad.

Leí textos budistas. Leí a Gurdjieff y Ouspensky. Leí todo lo que
pude encontrar sobre los místicos Cristianos. Devoré a Hafiz y Rumi,
luego me lancé a la obra de los grandes sabios Indios. Encontré a
Wei Wu Wei, luego retorné al Budismo donde investigue durante un
largo trecho. Estaba decidido a solucionar este misterio , el meollo
del asunto.

Entonces un día leí un artículo de Douglas Harding sobre su
supuesta "sin cabeza" , algo se disparó en mi interior. Ver quién
eres, como Harding seÑalaba, era elemental, tan fácil que lo pasamos
por alto, a falta de reconocerlo erigimos estructuras filosóficas y
religiosas de dimensiones monumentales, ocultándolo de este modo aún
más. Todo el tiempo está aquí mismo, más cerca que cerca.

En este momento pensé en la vieja historia Sufí del sumamente
inquieto Mullah Nasrudin cabalgando hacia la ciudad, gritando que
había perdido a su burro, hasta que se hizo ciertamente patente, que
estaba sentado sobre él.

El mensaje era claro: "No podemos verlo porque somos Ello," y las
implicaciones eran demoledoras para la mente. Ilusorio - el término
que había usado para describir mi dudosa percepción del mundo - de
repente pareció quedarse corto. ¡No sólo era ilusorio, era cien por
cien al revés! Ya no estaba más en el universo; si acaso, el
universo estaba en mí, incluyendo cualquier concepto que tenía de un
supuesto "yo", cuerpo y mente. Yo era, como Harding había
dicho, "Espacio" para que el mundo apareciese en él. Espacio que
participaba activamente en la creación de ese mismo mundo! ¡Esto era
asombroso!

Permanecer con ello era otro asunto. Como todos los demás, había
sido condicionado a pensar en mi mismo como un individuo separado
con una conciencia separada, una conciencia que misteriosamente
emanaba de una material esponjoso dentro de mi cabeza. Harding
estaba revelando lo contrario, tal como ahora me doy cuenta, que
somos todos los demás, incluyendo a los fundadores de las grandes
religiones. Y como sus seguidores, yo era incapaz de permanecer
abierto; no podía evitar volver a los engaÑos me habían enseÑado de
niÑo. Era como si estuviese atrapado dentro de mi propia cabeza.

Sin duda, la lucha estaba en marcha. Era claro: podía sentarme con
mis piernas cruzadas toda una vida, podía vivir solo en una cueva de
montaÑa en el Tíbet, podía entrenarme en cada linaje en cada
tradición, y todavía salir con la opinión incorrecta, todavía podría
verme como un sujeto separado viendo objetos. Quise rechazar la
mentira y volver a la verdad. La agonía era que seguía olvidándome.
¿Cómo arreglárselas?

Nunca he respondido esa pregunta, excepto que quizás no hay ningún
modo de arreglárselas. Luchar sólo parece reforzar el malentendido.
La idea de budista que el nirvana y el samsara son llaves idénticas,
es clara, pero yo quería vivir esto, no pensar sobre ello.

Entonces algo sucedió durante una de nuestras causales reuniones
Budistas aquí en la prisión. Hay mil quinientos hombres en estas
instalaciones, y sólo nueve de nosotros nos hemos declarado
budistas, y de esos, una media docena se habían presentado.
Suficiente, sin embargo, para un poquito de magia.

Habíamos finalizado un corto periodo de meditación, y uno de los
hombres había comenzado una discusión del significado de "vacío",
que tenía el efecto de abrir este embrollado asunto por todos
conocido: a continuación tuvo lugar una discusión trivial, la cual,
desde que esto es una prisión, pronto se transformó en una pelea.
Mejor volver a la meditación, pensé, sigue la respiración, sin
embargo nadie estaba de humor. La discusión continuó, pensé
marcharme, pero entonces recordé las palabras de Harding sobre este
Espacio Aquí, Capacidad incluso para la discusión, y recordé los
ejercicios.

Los ejercicios son increíblemente simples y completamente radicales.
El hecho es que son a la vez simples y radicales, así es como diría
que son, aunque cuando me tope con ellos por primera vez en los
libros de Harding tuve que reírme, eran tan disparatados. Entonces
los entendí, "lo pillé", como dicen ellos, sabía que estaban
seÑalando en la dirección correcta mientras que el resto del mundo
no.

Entonces me levanté, los demás me miraron; comencé la meditación en
movimiento, andando alrededor de nuestro pequeÑo círculo de sillas,
pronto los demás se me unieron. La idea es no decir ni una palabra,
mantener tus pensamientos a mínimo, enfocando tu atención a las
sensaciones de tus pies mientras caminas, pero esta vez pedí a todos
que olvidaran todo lo que alguna vez les había sino enseÑado, como
si hubiesen acabado de nacer en esta habitación y se encontrasen con
que todo es nuevo y desconcocido. Les pedí que llevasen su atención
al Ahora, Ahora, Ahora, como si pasado y futuro fueran pensamientos
en los que no se podía pensar. Recordé el relato de Harding sobre su
viaje en coche, observando como los postes telefónicos se deslizaban
delante de él mientras él permanecía inmóvil, entonces pedí a cada
uno hacer lo mismo, por ejemplo, pretendiendo que era la alfombra la
que se movía, no ellos, mirar como las paredes y las sillas se
deslizaban, la habitación se balanceaba locamente mientras ellos
daban vueltas.
Esto provocó unas cuantas risitas. Después de un minuto o dos, nos
sentamos otra vez y pedí al grupo que seÑalara al techo, que
prestasen atención a lo que sus manos y dedos estaban seÑalando, en
este caso las baldosas del techo y las instalaciones de la lámpara.
Entonces uno tras otro, seÑalamos a la pared, al suelo, a nuestro
regazo, nuestro pecho, fijándonos cada vez, que esto era un objeto
(nuestra mano) seÑalando a otros objetos, con sus diversas
cualidades descriptivas. Por fin seÑalamos al lugar desde el cual
miramos, entonces repetí las preguntas que Harding siempre
hacía: "Si dejas a un lado tu condicionamiento, dejas todo lo que
alguna vez has aprendido y procedes sólo con la evidencia presente,
¿Qué es eso que ahora seÑalas?: ¿es un objeto opaco, redondo,
separado, sólido, que se relaciona con esas cosas de ahí fuera? ¿o
más bien estás apuntando a el Espacio para esas cosas, Capacidad?
¿no es este Espacio ilimitado, inmaculado y totalmente transparente?
¿no es Capacidad ilimitada en recibo de la habitación y lo que estás
mirando? ¿No está despierta, y encuentras ese Despertar en ninguna
parte del mundo excepto Aquí?
Nadie dijo ni una palabra. No teníamos ningún espejo ni ninguna
cartulina con agujeros o bolsas de papel para los otros ejercicios.
Antes de que todos ellos saltarán sobre mí, me figuré que podíamos
tratar con la confrontación - algo con lo que los prisioneros
estamos familiarizados - emparejándonos y sentándonos uno delante
del otro. Los experimentos del "cara a no-cara" de Harding supone
que tienes que tener una bolsa normal de supermercado con el fondo
cortado, así que los dos extremos estén abiertos. Uno coloca al
final del extremo su cara y el otro hace lo mismo en el otro
extremo. La idea generalmente aceptada es que la parejas están
confrontándose la una a la otra dentro de la bolsa, cara a cara.
Esta es la forma normal en que nos relacionamos con los demás. Pero
la pregunta de Harding se revela distinta: "Olvidando todo lo que
alguna vez te han dicho, y sólo basándote en la evidencia presente
¿Cuántas caras exactamente son dadas? ¿estás cara a cara, o es cara
allí y Espacio Aquí? ¿Estás confrontando a esa persona, o es
Capacidad aquí para la otra persona allí? ¿no es cierto que no
tienes nada aquí, ni siquiera una mota, con la cual mantener esa
persona fuera? ¿no eres ilimitado, transparente, vacío en este
extremo y al mismo tiempo no estás llenado con la persona que tienes
delante de ti, así que en cierto modo tú has muerto en este extremo
y has sido resucitado como la persona allí? ¿no estamos construidos
de esta manera, para morir en favor de los otros? ¿ no es esta la
base del amor?"

Bueno, te puedes imaginar lo que esperaba de mi compaÑeros de
presidio, sin embargo me sorprendieron. Lo que oí fue, "¡Caray!" y
carcajadas y más "¡Caray!" No sé si lo pillaron, pero algo sucedió
en esa habitación, igual sólo a mí, o debería decir, al el Espacio
de este extremo, la Capacidad que siempre está Aquí, siempre llena
con lo que está ahí fuera. Salí de aquella reunión sabiendo, con la
certeza de la experiencia, que Quien era Realmente está siempre
disponible, siempre a un ejercicio de distancia.

Así que regresé a mi celda observando como pasaban las aceras, las
alambradas y los edificios, mientras yo permanecía inmóvil, como
siempre he estado. Para recordarlo sólo tenía que apuntar con mi
dedo al lugar desde donde estoy mirando y necesitar sólo de la
imagen de una cara para saber que el final de la confrontación está
Aquí. Me dí cuenta de algo más cuando salí de aquella reunión: que
todo lo que pasaba deslizándose no era otro que Yo; estaba, por
increíble que parezca, caminando a través de Mi mismo, asombrado a
cada paso que daba.

Quiero dar las gracias a Douglas Harding. Estoy agradecido por su
sabiduría, que es, desde luego, mi sabiduría y la sabiduría de todo
el mundo, tanto si nos damos cuenta de ello como si no. Estoy
agradecido por todo lo que da vueltas y pasa y el presente en sí
mismo, y por todos los rostros en cuyo favor estoy construido para
desaparecer. Incluida esa curiosa cara, ahí fuera en el espejo.

EXPERIMENTO: EL TUBO


Necesitarás un tubo de papel. Corta el fondo de una bolsa de papel, o coge un trozo grande de papel y pega con cinta adhesiva ambos extremos para hacer un tubo - lo suficientemente grande para adaptar vuestras caras en los extremos opuestos.

A y B se sientan en un lugar bien iluminado, despliegan la bolsa y adaptan sus caras en los extremos opuestos.C hace lentamente las siguientes preguntas:


Guíate por lo que te es dado ahora (no por lo que recuerdas o imaginas) ¿Cuántas caras hay en el tubo?
¿Está tu extremo cerrado, o abierto?
¿Estás cara-a-cara o cara-a-no cara?










A y B salen para tomar aire, luego vuelven, y C hace más preguntas.

1. ¿Podría esa cara mostrarse como forma si tu no fueras vacío?
2. "¿algo " nada?
3. "¿coloreada " incoloro?
4. "¿opaca " transparente?
5. "¿movible " quieta?
6. "¿compleja " simple?
7. "¿limitada " ilimitado?
8. "¿cambiante " immutable?


Después de otro descanso, entrad en el tubo de nuevo para más preguntas:


1. ¿Eres ahora (como la primera persona singular, del presente) el tipo de cosa que podría envejecer o decaer, comenzar o acabar?
2. Incapaz de decir 'Soy esto, o aquello', ¿No eres todavía capaz de decir 'YO SOY'?
3. ¿Quién o Qué es este imperecedero, no nacido, eterno 'YO SOY '?

Pausa

1.¿Puedes verte a ti mismo ahí (a 0 cm) como algo parecido a lo que es tu pareja allí (a 30 cm)?
2.¿Puedes encontrar alguna 'sustancia' (cabeza, cara, ojos) en tu extremo?
3. ¿Puedes encontrar algún 'espíritu' o 'consciencia' en el otro extremo?
4.¿Has estado viviendo una mentira por partida doble - concediendo consciencia a esa cara, y una cara a esta consciencia?
5.¿Podría este doble engaño ser la causa de todos tus problemas en las relaciones personales?

Pausa

1. ¿Ves ahora esa cara de una manera más clara, penetrante, más valientemente, como la figura móvil y coloreada que es?
2. ¿No encuentras esa cara más encantadora, ahora que ha sido desencantada, como parte del decorado?
3. ¿Es divisible 'el espíritu', no menos que el de tu pareja que ahora está asomándose por esos ojos?
4. ¿Puedes ahora decir a tu compañero?: 'Tu rostro no es más que tu apariencia temporal;¿No soy acaso tu Realidad eterna?
5. ¿Puedes ahora decir a todos los seres en todas partes?: 'Aquí, Yo soy tú.'
Para más investigación: ¿Lo que has descubierto dentro el tubo, no es también siempre cierto fuera de él? Sal del tubo.

EXPERIMENTO: CARA A NO CARA


Haz este ejercicio con un amigo. Mira su cara. Observa el color y forma de de ésta, los ojos, nariz, cabello, etc.

Ahora nota que no puedes ver tu cara al mismo tiempo. Aquí no hay ojos, color, o forma que ver. No hay nada que ver en absoluto. Sólo un vacío despejado, abierto, sin límites. Y este "espacio" está lleno con la otra cara.

En otras palabras, en base a la evidencia a mano, cuando ves a tu amigo, ¿lo ves cara a cara, o cara a no cara? ¿No pierdes la cabeza y a cambio recibes la de tu amigo? Llevas su cara, su apariencia, no la tuya.

Claramente desde afuera tú y tu amigo, juntos, tienen dos cabezas. Esto tiene sentido desde una perspectiva externa. Pero tú no estás viendo la situación desde afuera, sino desde adentro, a distancia cero. La desaparición de tu cabeza/cara da paso a la de tu amigo, ¿no es cierto?

Esto significa, en efecto, que pierdes la cabeza y obtienes la de todos los demás en el mundo. Eres tu amigo. Eres tu vecino. Estás "construído" abierto para los demás. La conciencia de esto sienta una buena base para amar a tu vecino.

EXPERIMENTO: EL ESPEJO






Cuando te miras en el espejo, no ves solamente el aspecto de tu cara, también ves donde está: allí en el espejo, y no aquí sobre tus hombros.

Acerca el espejo hacia ti y ahora el cuadro cambia.


Todavía ves tu reflejo, pero el marco abarca un área menor de tu cuerpo.

Consíguete un espejo más grande y colócalo más lejos: verás todo tu cuerpo humano.




Imagina un gigantesco espejo en el cielo--éste reflejaría tu imagen, pero ésta no sería ya la de un ser humano.

A esta distancia el espejo reflejaría tu cara nacional.



Y a mayor distancia tu cara planetaria.



Y a mayor distancia aún tu cara galáctica.



La colocación de tu espejo (real o imaginario) revela tu identidad a esa distancia, a ese nivel. Si pudieras ver tu reflejo muy de cerca verías células, moléculas, átomos, etc., hasta llegar pr�cticamente a nada. De hecho, los científicos nos reflejan este nivel nuestro con sus sofisticados y modernos instrumentos. Pero ni los espejos, cámaras, microscopios electrónicos, u otras personas, tienen la habilidad de mostrarnos qué somos en nuestro centro. Nadie puede tomar ese último paso hacia nuestro centro y decirnos qué y quiénes somos aquí--excepto nosotros mismos, ¡porque ya estamos aquí! En vez de esperar a que otros nos digan quiénes somos en el centro (¡nunca estarán en la posición de decirlo!), simplemente podemos mirar nosotros mismos. ¿Qué ves justo en este momento en el lugar donde otros ven tu cara, ya sea tu cara humana, planetaria, galáctica, celular o atómica.....? Apunta hacia este lugar y mira. Este "mirar hacia adentro" nos revela la ausencia de todo fenómeno aquí en el centro, ¿no es cierto? Pero esta ausencia, sin embargo, es consciente, y está llena de todo lo que ves--¡llena de todos los niveles de este maravilloso universo viviente!

EXPERIMENTO: TU CUERPO SIN CABEZA


Para los demás, tu cabeza está encima de los hombros, y tus pies debajo del resto de tu cuerpo. Esta es tu identidad de la Tercera Persona--así te ven a distancia. Eres una persona..

Pero considera otro punto de vista--el de la Primera Persona. Tu cuerpo no tiene cabeza, y está al revés, con los pies encima del resto del cuerpo, ¿no es cierto?

Para los demás, eres alguien en el mundo. Para ti mismo eres el espacio donde está el mundo. No estás en el mundo, ¡el mundo está en ti!

Ambas perspectivas, la externa y la interna, son verdaderas, dependiendo del punto de vista (desde tu perspectiva no tienes cabeza; desde la de otros sí. Y por supuesto tu propia perspectiva de ti mismo a través del espejo y la cámara tiene cabeza! Ver Experimento con Espejo).

Experimentos


Los siguientes experimentos te permiten ver por ti mismo qué y quién eres en el centro. Primero que todo, se te ruega que los hagas con una mente abierta. Te vas a seguir por la experiencia del aquí y el ahora, y no por experiencias previas, conocimientos, memoria, etc. La idea es dirigir tu atención a qué y quién eres, justo donde estás, más cerca de ti que tu respiración, más cerca que tus pensamientos y sentimientos. Estos experimentos son sumamente sencillos y directos. De hecho, sirven para contrastar lo que ven los demás, tu identidad de la "tercera persona", una cosa en el mundo, con tu identidad de la Primera Persona, que no es una cosa, sino Capacidad para el mundo. Estas dos caras tuyas contrastan entre sí absolutamente--y no obstante, también se unen, cobrando sentido la una al lado de la otra. Son tu historia pública y privada

La experiencia de Quién eres realmente, de tu Primera Persona, es fácil de obtener. De hecho, no te puedes equivocar. No puedes ver tu verdadera Naturaleza a medias, o verla de manera imperfecta. Es la misma para todos y cuando la ves, la ves completamente. A este nivel eres completo y perfecto. El reto radica en mantenerse despierto ante esta perspectiva, verdad, y realidad. La experiencia es sencilla y está siempre disponible cualquiera sea tu estado de ánimo; el trabajo consiste en aplicarla e integrar su significado en nuestras vidas. Pero puede ser inmensamente divertido. Hay tanto que descubrir en relación a Quién eres realmente. Es una gran aventura. Puedes descubrir, por ejemplo, que nunca vas a ninguna parte--el mundo se mueve a través de ti. Pero basta de plática, es hora de proseguir y realizar algunos experimentos (y no sólo leer palabras).

Cuando apuntas hacia cualquier lugar en el mundo, señalas objetos de percepción. Te encuentras a distancia de lo que miras, y ves algo. Prueba lo siguiente.

Apunta con el dedo al lugar donde los demás ven tu cara. ¿Qué ves? Has revertido la dirección de tu atención hacia ti y ahora te miras a distancia cero. ¿Ves algo?

Cuando apuntas hacia ti mismo, al lugar donde otros ven tu cara, no apuntas a ninguna cosa, ¿cierto? ¡Aquí no hay ojos, boca, mejillas, cara, ni cabeza! Pierdes la cabeza y te ganas el mundo.

sábado, 1 de diciembre de 2007

¿Qué es esto de la vía sin cabeza?


Este método de autoinvestigación, el cual a veces asociamos con la expresión "ver quién eres realmente" (o "ver", para abreviar), fue originado por el filósofo y líder de talleres inglés Douglas E. Harding, nacido en 1909. Es un enfoque contemporáneo que investiga la pregunta ¿quién soy yo? y sugiere que uno puede ver Quién es realmente, aquí y ahora. Ofrece ejercicios de atención simples pero a la vez profundos que nos conducen a Ver dentro de uno mismo.

Douglas Harding 1909-2007


Durante los años treinta, D. E. Harding se planteaba la pregunta ¿quién soy yo? Se dio cuenta de que cómo lo veían otros dependía de la distancia de éstos con respecto a él. Sus observaciones y reflexiones incluyeron lo siguiente: a pocos pies parecía un ser humano, pero más de cerca, era sólo un ojo, células, moléculas, átomos, electrones, y así sucesivamente, hasta llegar prácticamente a nada. Al alejarse, pero aún manteniendo la mirada sobre él, el observador externo perdía de vista su forma individual, la cual se absorbía dentro de la humanidad, vida, el planeta, el sistema solar, la galaxia. El mapa que Harding dibujó de sí mismo asemejaba una cebolla con muchas capas. La capa humana estaba a medio camino del centro.

La pregunta que consumía a Harding era: ¿quién o qué está en el centro? Esta pregunta era de vital importancia en parte porque se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, Harding se encontraba en la India, y se cernía la amenaza de una invasión proveniente del este. El deseaba descubrir quién era realmente antes de morir. De cierta manera, cualquier otra pregunta había pasado a segundo plano ante ésta: ¿quién soy realmente?

Harding descubrió finalmente qué o quién estaba en el centro, pero no pensando, sino simplemente mirando. Este momento está descrito en su libro "Vivir sin cabeza" ("On Having No Head", Arkana). Fundamentalmente, se dio cuenta de que podía ver sus piernas, brazos, tronco, pero no su cabeza. Desde su punto de perspectiva no tenía cabeza. En vez de su cabeza no había nada--sólo un espacio despejado y vacío. Y en este espacio estaba el mundo. Había "perdido la cabeza y ganado el mundo".

Esta experiencia corresponde a lo que en otras tradiciones se puede llamar Liberación, Iluminación, ver a Dios, ver el Vacío, estar centrado.

Subsiguientemente, Harding escribió "La jerarquía del cielo y la tierra" (The Hierarchy of Heaven and Earth, 1952). Un gran obra (con prefacio de C. S. Lewis) que ubica esta experiencia en el contexto de puntos de vista contemporáneos y tradicionales acerca del mundo. En ella se explica este "mirar hacia adentro" en términos de la ciencia contemporánea; es un mapa contemporáneo de nuestro lugar en el universo. Harding además desarrolló ejercicios de atención o "experimentos", cuyo propósito es probar la verdad de esta perspectiva